La semana
pasada el presidente de EEUU, Donald Trump, llamó por teléfono a su contraparte
panameña, Juan Carlos Varela. Varela informó que Trump lo había ‘felicitado por
su gestión’, por lo ‘bien que va el país’ y que próximamente quisiera recibirlo
en Washington.
Según otras
fuentes, Trump también le habló a Varela sobre Venezuela. Las relaciones entre
Panamá y Caracas son buenas. Todo indica, según quienes analizan la llamada,
que el presidente de EEUU quiere alterar ese vínculo basado, sobre todo, en
intereses comerciales. En el caso de las relaciones entre Panamá y EEUU, y con
el resto de la región, en el trasfondo siempre aparece la analogía del ‘palo y
la zanahoria’. EEUU puede ofrecer una ‘zanahoria’ a cambio de algún favor del
país en cuestión. El favor puede ser en especie, en efectivo o, usualmente, la
promesa de no usar el ‘palo’ en contra de los intereses del afectado.
Trump aún
no ha planteado de manera explícita su política sobre la región
latinoamericana. Sin embargo, su desprecio por los gobernantes mexicanos (y de
paso el pueblo) lo expresó en su primer discurso de campaña en 2015 cuando
anunció su decisión de construir una muralla. Aunque las oligarquías de toda la
región latinoamericana consideran que tienen relaciones ‘especiales’ con EEUU,
todas son percibidas con desdén por el ‘establishment’ norteamericano.
Trump lo hace saber en forma explícita. Trump no habla sólo a nombre de él
personalmente o a nombre de un sector extremo de la opinión pública, habla a
nombre de la clase gobernante de ese país cuyos padres fundadores lo expresaron
claramente hace casi 250 años.
Las
llamadas de Trump a sus colegas en el mundo siguieron un patrón muy claro. Hay
que referirse al artículo publicado por Néstor García para seguir la
cronología. El patrón diseñado, probablemente, por sus asesores privilegiaron,
en primer lugar, a los gobernantes de los países con raíces ‘anglo sajonas’:
Gran Bretaña, Canadá, Australia y Nueva Zelandia. Seguido por Japón, el
‘honorable’ aliado de los países ‘anglo sajones’. En Africa y el medio oriente
llamó a los gobernantes que están sentados sobre enormes yacimientos
petroleros. Habría que agregar a India, Africa del Sur e Israel (su
portaaviones en el oriente mediterráneo). En América latina, se dirigió a los
países con políticas más cercanas a los intereses de EEUU. Pareciera que la
intención es construir una muralla ‘política’ en torno a Venezuela. Panamá,
Trinidad y Tobago, y Colombia constituyen los puntos más próximos a la patria
bolivariana. También llamó al presidente de Argentina y se sentó en la Casa
Blanca con el mandatario del Perú, ambos considerados como parte importante de
la ‘retaguardia’ de una futura ofensiva contra Caracas.
Tuvo una
conversación de una hora con el presidente ruso, Vladimir Putin, y otra más
protocolar con el presidente de China.
Ha sido muy publicitada su aparente admiración por el mandatario ruso.
Llamó al presidente de Francia y a la canciller de Alemania con los cuales
intercambio saludos diplomáticos. También llamó los dirigentes europeos de
España, Italia y Ucrania. Ignoró al resto de los miembros de la Comunidad
Europea o de la OTAN.
En América
latina no llamó a los gobernantes de México, Centro América, ni a países
supuestamente aliados como Chile, Brasil, Paraguay y Uruguay. Tampoco hizo
esfuerzo alguno para construir un puente -
aunque simbólico - hacia los países del ALBA.
La
dirección que asumirá la política exterior de Trump no se basa en sus llamadas
telefónicas. Pueden reflejar una tendencia. El tiene sus inclinaciones, el
poderoso ‘establishment’ norteamericano tiene otras. Trump quiere
asegurar la ‘contencion’ de China, la ‘alianza’ con Rusia, destruir al Estado
Islámico y ‘llevarse el petróleo de Irak’, así como cobrarle lo que considera
viejas deudas a Europa.
En el caso
de América latina, su política se refleja en su campaña contra México que
continúa a pesar de que ya ocupó la Casa Blanca hace más de un mes. Quizás
centre su atención en Venezuela, por los reservas petroleras que contiene su
subsuelo. Ya acusó al vicepresidente de ese país de ser un narcotraficante, sin
evidencias. (Fórmula muy utilizada por Washington para deslegitimar). Tiene a
la OEA como herramienta para activar la ‘Carta por la Democracia’. Necesita el
apoyo del presidente Varela y de los otros mandatarios de la región para dar
primero, el golpe diplomático y, después, desplegar la fuerza militar si es
necesaria.
2 de marzo de 2017.
No comments:
Post a Comment