Thursday, May 25, 2017

La transición hacia el post-neoliberalismo


En el caso de Panamá los sectores capitalistas dominantes no son concientes de que la ideología y políticas neoliberales ya se superaron. Pruebas internacionales al canto: Trump, Brexit y el estancamiento global. El llamado ‘consenso de Washington’ se sumergió en un pantano del cual nunca reapareció. Los especuladores y quienes despojan el país de sus riquezas creen que el neoliberalismo sigue siendo un buen disfraz ideológico para sus abusos. El problema no es sólo de la clase gobernante – en el poder desde la invasión militar norteamericana en 1989 -, también afecta a los demás sectores del país.
¿Qué se entiende por neoliberalismo? Comencemos por lo más sencillo, ¿qué es liberalismo? Es el ‘libre comercio’. Es la ideología que promovía la libertad de la circulación de mercancías en un Estado, eliminando el cobro de tributos por parte de los terratenientes y también de la Iglesia. Esta conquista de los capitalistas fue alcanzada en muchos casos en el siglo XIX y en otros en fechas más recientes. El neoliberalismo da un paso adicional. En la lucha por liberar el flujo de mercancías, quedaron regulaciones, empresas públicas y conquistas laborales. Igualmente, el ‘libre comercio’ se volvió un objetivo global, cruzando fronteras nacionales. El neoliberalismo pone fin a todos los residuos mediante la desregulación, flexibilización de los trabajadores y privatización de las empresas públicas. También promueve tratados de libre comercio.
El neoliberalismo como política se quebró con la llamada ‘gran recesión’ de 2008 que provocó una crisis de acumulación capitalista cuyos efectos aún se sienten, especialmente en EEUU y Europa. El sistema capitalista fue rescatado por una transferencia de fondos públicos (de los trabajadores) de millones de millones de dólares a los monopolios de la banca y de la gran industria. La transición hacia el post-neoliberalismo se estancó a mitad de camino. La economía capitalista centrada en los países más desarrollados no puede seguir estancada en forma indefinida. Por un lado, los sectores más ‘conservadores’ insisten en mantener sus posiciones ideológicas defendiendo el neoliberalismo. No se han dado cuenta que no existe. Por otro lado, las fuerzas ‘progresistas’ plantean la urgencia de socavar las políticas neoliberales. Pero ni uno ni otro son capaces de presentar alternativas.
Los sectores reaccionarios en Panamá insisten en decir que es necesario disminuir el tamaño del gobierno, de reducir los salarios de los trabajadores y darle más subvenciones a los empresarios. Tienen más de 25 años diciendo lo mismo y la estructura política económica del país sigue hundiéndose. Esta no es la solución.
Los gobiernos panameños desde el presidente Endara (1989) hasta el presente, han logrado privatizar casi todos los servicios públicos. La privatización más dañina fue la ley 51 de 2005 que privatizó los fondos de jubilación del seguro social. Los que fueron incorporados al llamado sector ‘mixto’ (seguros privados) se darán cuenta de la estafa al no recibir sus pensiones “individuales’ en la próxima década.
En la actualidad, el gobierno del presidente Varela hace esfuerzos para privatizar el servicio de agua potable del país. Los monopolios internacionales que están a la espera del anuncio de la concesión exigen que el Instituto de Acueductos y Alcantarillados Nacional (IDAAN) ofrezca condiciones más favorables. Están interesados, sobre todo, en comprar las fuentes de agua, para monopolizar el acceso al precioso líquido. Es probable que estén trabajando en un acuerdo similar al existente con la producción, trasmisión y distribución de la energía eléctrica privatizada hace dos décadas. En el caso del agua se crearían tres tipos de empresas. La primera sería la concesionaria de las fuentes de agua (los ríos), la segunda sería las plantas procesadoras del agua potable y la tercera la distribuidora a las industrias y hogares.
Las privatizaciones, desregulaciones y flexibilización no constituyen soluciones. Son precisamente el problema. ¿Cuál es la alternativa? Panamá tiene una ventaja sobre otros países. Desde 2000 cuenta con los ingresos provenientes de su posición geográfica privilegiada (Canal, puertos y otras) que le permiten invertir en el desarrollo de todos sus recursos nacionales (especialmente el recurso humano). Entre principios de este siglo y 2016 el producto interno bruto del país se multiplicó por diez. En 2016 llegó a  los 57 mil millones de dólares.
Si la pequeña elite que se amarra al poder político (y sus enormes beneficios) no es capaz de diseñar una estrategia para la transición hacia el postneoliberalismo, es necesario que otros sectores lo hagan con energía y rapidez.

25 de mayo de 2017.

Thursday, May 18, 2017

Panamá y “la Ruta de Seda”



La semana pasada se celebró en Pekín, China, el Foro para la Cooperación Internacional “Un Cinturón, Una Ruta”.  El debate se centró en “el desarrollo comercial y la construcción de infraestructura a lo largo de 7,500 km.  de extensión terrestre y más de 5,000 millas náuticas de ruta marítima”. Participaron 20 jefes de Estado y gobierno, 50 organizaciones internacionales, 100 ministros, 1200 delegados, académicos y empresarios de 110 países.
Entre todos estos países brilló por su ausencia Panamá. Desde hace 500 años el Istmo ha sido la ruta por excelencia del comercio entre los océanos Atlántico y Pacífico. En el siglo XX conectó las costas de EEUU, facilitó las exportaciones del Pacífico de Sur América al norte del Atlántico y le abrió los mercados del oriente norteamericano a la industria de Japón. En el siglo XXI, el Canal de Panamá es la única vía que comunica a China con las grandes ciudades del este de EEUU y la cuenca del río Misisipi.
La falta de una política marítima coherente impidió que Panamá participara en el foro convocado por Pekín. Sin embargo, Panamá se encuentra muy presente en la política marítima de China. Según la Agencia Noticias de Panamá, es probable que a corto plazo la empresa Shangai Gorgeous, invierta 1,800 millones de dólares en dos ‘megaproyectos’ en el área de Colón. El primero es un puerto de contenedores con 12 grúas y capacidad para manejar 2,5 millones de TEUS al año. Además, contempla el desarrollo de un parque logístico con una inversión de 900 millones de dólares.
Además, según la agencia Reuters, China participara este año en “una oferta de concesión que convocara la Autoridad del Canal de Panamá (ACP) para desarrollar 1,200 hectáreas de terreno recién descontaminadas que rodean la vía interoceánica”. El área era usado por aviones de guerra de EEUU para realizar ejercicios militares. Fueron contaminadas durante la ocupación militar norteamericana de Panamá en el siglo XX.  El administrador de la ACP, desde Shanghai, China, informó que firmas chinas están interesadas en las 1,200 hectáreas. Las empresas ‘China Communications Construction Corp.’, su subsidiaria ‘China Harbour Engineering Company’ y ‘China Railway Group’  fueron mencionadas por el funcionario de la ACP.
La concesión que indirectamente comunicaría a Panamá con la “ruta de la seda” sólo beneficiaría a los chinos y sus socios locales. A falta de una política marítima y un plan de desarrollo nacional por parte del gobierno panameño, no se sabe cómo beneficiarán al país las concesiones hechas a las empresas chinas. Forma parte de la política equivocada de Panamá establecida hace 20 años cuando subordinó la vía interoceánica y sus áreas ‘revertidas’ a la lógica del mercado ignorando las necesidades y el potencial de desarrollo del país.
Hace apenas unas décadas China era campo de exploraciones e inversiones de empresas extranjeras. No tenía una política propia, con objetivos definidos y planes que respondieran a una estrategia. Estaba igual que Panamá en la actualidad. Todo cambió con la Revolución china que puso a ese país oriental en el camino hacia el desarrollo. En 2016, el comercio entre China y los países ubicados a lo largo del “Cinturón y la Ruta” ascendió a 913 mil millones de dólares, las empresas chinas invirtieron más de 50 mil millones de dólares y participaron en la creación de 56 zonas de cooperación económica en 20 países a lo largo de la ruta. Las inversiones generaron 1,100 millones de dólares en ingresos fiscales y 180 mil empleos locales.
El plan es crear seis ‘Rutas de Seda’ (corredores económicos): el puente intercontinental eurasiático (que une el Atlántico con el Pacífico por tierra), el corredor China-Asia, el corredor China-Asia occidental (Oriente Medio), el corredor China-Indochina, el corredor China-Pakistán y el corredor India-China (que incluye Bangladesh y Myanmar).  La mayor incidencia global de esta iniciativa se despliega en el área financiera. China fundó, en 2015, el Banco Asiático de Inversión para Infraestructura (BAII). Según el periodista venezolano Sergio Rodríguez G., el ‘Cinturón y la Ruta’, así como todo el entramado financiero, están siendo utilizados por China para “exportar yuanes” que pretende posicionarla como moneda de reserva en el mundo. Los economistas Oscar Ugarteche y José Luis Cal de la UNAM, agregan que “la salida de EEUU del TPP beneficia directamente a China e impulsará el comercio con los países euroasiáticos en la Ruta de la Seda”.
Le urge al país un plan de desarrollo marítimo.

Thursday, May 11, 2017

“Al calor de un pretexto, como una chispa estallará”


Me encontré con Gisela Pérez-Polo, coordinadora general de la Alianza Estratégica Nacional (AEN) y marchamos juntos el 1 de mayo. La AEN es una organización combativa que desarrolla iniciativas en varios frentes sociales. Me informó que la noche anterior había tomado posesión de su cargo. También me aseguró que la posición que ocupa “es para servir y no para negociar por debajo de la mesa con los poderosos”.
Me hizo llegar un extracto del discurso que pronunció en el acto protocolar. Destacó la “crisis que golpea, en especial, a los trabajadores y, como nunca, a la clase media”. Señaló como “los poderes aprovechan para hacer negocios, burlando controles ambientales y atropellando comunidades: Barro Blanco, Barú, Alajuela, las áreas del Canal y Matusagaratí son los mejores ejemplos”.
La AEN reúne cerca de 500 organizaciones en todo el país. Su lucha atraviesa clases, asociaciones, reivindicaciones territoriales e invita a todos a luchar por sus derechos. Según Gisela, “los abusos solo los podremos enfrentar con organización, persistencia, unidad, solidaridad, con actitudes constructivas, dejando a un lado el personalismo y las discrepancias”.
La AEN se nutre de las luchas populares que dieron sustento a las políticas del general Torrijos en la década de 1970. “El país ya sabe que somos rebeldes. El desarrollo de la juventud es nuestra prioridad. Vivimos una crisis de nacionalidad y patriotismo y es la juventud que puede generar los grandes cambios en esa generación que, intencionalmente, la burguesía criolla con los partidos políticos enemigos del ‘proceso revolucionario’, urdieron la trama para defenestrar la Reforma Educativa. Premeditadamente lo hicieron… con el propósito de hacer la diferencia entre ricos y pobres… que la clase media no siguiera surgiendo y, borrar la memoria histórica, para así apoderarse de todo, como antes del (golpe militar de) 1968”.
Gisela hace un análisis de la situación panameña actual. Identifica dos clases sociales que están en lados opuestos: “De un lado, aquellos a quienes el poder adormece. A quienes por actuar en ambientes de beneficiados se hacen los sordos para no escuchar el clamor que se incuba y vibra como un presagio de tempestad. Del otro, estamos los que producimos este mismo clamor en la escuela, en el rancho desolado del campesino, en el taller sonoro del artesano, en el alma de la madre y en el seno de la juventud, en la mente del industrial y del comerciante. Clamor que va gestando ansiedad por una diferente forma de organización de la sociedad”.
El descontento aparentemente crece y los políticos no tienen intención alguna de cambiar los programas que han sido diseñados para despojar de sus riquezas y de sus esperanzas a los sectores más necesitados del país. Gisela señala que “los anhelos destrozados por el incumplimiento de los Gobiernos, los clamores de justicia no escuchados, van formándose metódica, silenciosa e inexorablemente, en nuevas concepciones de equilibrio. En diversas inquietudes de la voluntad hacia un sistema más adecuado y justo de la vida. Y cuando estos elementos irrumpen en un momento dado, el calor de un pretexto de apariencia insignificante, pero insondable y demoledor, como una chispa sobre materias inflamables, estallará”. El escenario pintado por la dirigente de la Alianza Estratégica debe llamar la atención del país, especialmente de quienes gobiernan.
Los gobernantes, sin embargo, muchas veces se creen por encima de los conflictos y las luchas sociales. No se dan cuenta que en cualquier momento pueden perder el control sobre la situación. La dirigente de la AEN se pregunta “¿qué produce estos estallidos? (Su respuesta es contundente:) El abuso, la corrupción, atropello, despojo e impunidad”. La marcha del 1 de mayo de 2017 fue la más grande de los últimos quinquenios. Los trabajadores de todas las variantes – obreros, empleados, jóvenes y mujeres – llevaban pancartas y consignas denunciando la corrupción y el abuso. Las columnas disciplinadas de los grupos que dijeron presente el 1 de mayo manifestaban su rechazo a los atropellos de los gobernantes que se repiten todos los días en los centros de trabajo, en los precios de los bienes de primera necesidad y en las comunidades. Los presentes y ausentes también clamaban por la unidad de los trabajadores. Unidad que crearía mejores condiciones políticas para negociar salarios, más escuelas, centros de salud y seguridad en las comunidades.
Hay dirigentes como Gisela en todo el país. Hay que apoyarlos en su lucha social para comprometer a todos los panameños.

11 de mayo de 2017.

Thursday, May 4, 2017

La historia se repite: ¿Invadirá EEUU a Venezuela?



La historia de la América Nuestra está marcada por la creciente influencia de las grandes corporaciones europeas y de EEUU. A fines del siglo XIX, intereses imperiales exploraban a México y Chile por su riqueza mineral, a Cuba por su azúcar, a Centro América por sus frutas tropicales y a Panamá por su paso expedito entre los océanos. En México mantuvo la dictadura de Porfirio Díaz por 35 años y en Chile llevó al suicidio al presidente Balmaceda.
A principios del siglo XX, se sumó Venezuela por su petróleo, Perú y Bolivia por sus enormes yacimientos mineros. A mediados del siglo XX fueron derrocados los gobiernos de Juan Perón en Argentina y Getulio Vargas en Brasil. Encabezaban gobiernos con proyectos de desarrollo nacional. Los enormes excedentes generados por sus exportaciones eran invertidos en la creación de empleos y en una industria nacional.
Igual suerte tuvieron otros gobiernos como Arbenz en Guatemala, Gallegos en Venezuela y Bosch en República Dominicana. La United, la Standard y la American se levantaban como fuerzas económicas que socavaban todo intento por construir un país con proyecto de desarrollo nacional. La reacción de las clases dominantes, con sus aliados trasnacionales, fue exitosa país tras país. La única excepción fue Cuba donde, bajo el liderazgo de una organización popular, logró proclamar una Revolución socialista. El ejemplo cubano inspiró la juventud de todo el continente que se levantó en armas para retar el poderío de las grandes corporaciones. La experiencia sandinista en Nicaragua y, en parte, el FMLN en El Salvador, crearon nuevas expectativas. Simultaneamente, lideres de la talla de Omar Torrijos (1981), Roldós (1980) y Salvador Allende (1973) pagaron con sus vidas el atrevimiento de enfrentarse a las trasnacionales. Torrijos recuperó la soberanía sobre el Canal de Panamá, Roldós negoció la autonomía de la economía ecuatoriana y Allende nacionalizó el cobre chileno.
La acumulación de fuerzas populares que caracterizó el siglo XX floreció con expresiones políticas originales a principios del presente siglo. Donde el sistema de partidos políticos de los regímenes tradicionales había colapsado surgieron nuevas organizaciones desde las bases: Venezuela, Ecuador y Bolivia. Donde los partidos lograron sobrevivir fuertes crisis, surgieron alternativas populares renovadores y progresistas: Brasil, Argentina, Paraguay y Honduras. En estos últimos, las grandes corporaciones conspiraron con éxito para derrocar o derrotar a los gobiernos progresistas. En Brasil, los exportadores de soja llegaron a la Presidencia. Los tres gobiernos de Caracas, Quito y La Paz, respectivamente, han sobrevivido todo tipo de ataques desde atentados personales, guerras económicas e, incluso, la movilización de la OEA (como en la década de 1960). Siguiendo las mismas tácticas conocidas, las corporaciones norteamericanas y sus aliadas europeas han movilizado todas sus fuerzas para acabar con el gobierno bolivariano de Venezuela. El régimen de Washington asumió el liderazgo del movimiento contra Caracas decretando a la revolución chavista “enemiga peligrosa de EEUU”.
Los yacimientos petroleros de Venezuela contienen las reservas más grandes del mundo. Después de décadas de juicios, la Exxon Mobil (heredera de la Standard Oil de New Jersey), fue derrotada por el gobierno de Venezuela. La ExxonMobil aspiraba a recibir 12.5 mil millones de dólares por la nacionalización de sus intereses en el país suramericano. Sólo recibirá 900 millones. La petrolera más grande del mundo tenía en 2016 un precio de mercado de 400 mil millones de dólares.
Los ataques de ExxonMobil se realizaron cuando Rex Tillerson era presidente (CEO) de la empresa. Desde enero de 2017, Tillerson es secretario de Estado de EEUU. Según Carlos Lippe,  existe “una enorme probabilidad de que Venezuela sea intervenido militarmente por el imperio durante la presente administración”. Lippo agrega que “conociendo las prácticas mafiosas de la ExxonMobil, nada tendría de raro que dicha corporación hubiese contribuido a la campaña presidencial de Donald Trump, así como en 2000 con la de George W. Bush”. Es probable que presione “al presidente Trump para que invada a Venezuela. como hizo en 2003 para que EEUU invadiera a Irak”.
Lippo concluye que “cómo podemos ver sólo es cuestión de tiempo que el Departamento de Estado y la ExxonMobil, que por obra y gracia de Trump y de Tillerson han pasado a ser casi la misma cosa, se pongan de acuerdo sobre el cuándo y sobre el cómo”. Washington pareciera que no ha cambiado. Sigue con la política del ‘gran garrote’, inaugurado a mediados del siglo XIX.
4 de mayo de 2017.