Thursday, July 27, 2017

“Con quien y contra quien luchamos”

El apoyo que ha recibido La Estrella de Panamá en su lucha contra la ofensiva del gobierno norteamericano ha sido amplio. Por un lado, encuentra a las organizaciones populares solidarizando con la decana del periodismo nacional. Por el otro, los sectores empresariales han mostrado cierto grado de solidaridad. El gobierno nacional, en cambio, ha mantenido un perfil bajo. Tan bajo que se ha invisibilizado
En reciente artículo, el profesor de Filosofía, Abdiel Rodríguez, explica cómo se produce esta combinación de fuerzas políticas en torno al rotativo donde trabajó  tantos años el poeta nacional, Octavio Hernández.
Según Rodriguez, “algunos ubican el proyecto neocolonialista en Panamá a partir de la muerte de Omar Torrijos en 1981, otros con la invasión (militar) de EEUU a Panamá en 1989. Lo cierto es que, hay un desmontaje de todo lo liberal y nacional popular que fortalecía de alguna u otra forma al Estado nacional, para dejarlo totalmente indefenso ante los intereses de la política exterior de Washington”. A esta se adosa “la burguesía rentista y la clase política que opera funcionalmente a esos intereses, junto a la ínfula de su poderío extraterritorial”.
En esta coyuntura, dice Rodríguez, “estamos viendo las consecuencias de ese poderío, por medio de la inclusión del dueño del Grupo Editorial El Siglo & La Estrella de Panamá (GESE) en la Lista Clinton. El GESE se ha visto afectado por las medidas de la Oficina de Control de Bienes Extranjeros del Departamento de Hacienda de EEUU, con la cancelación de la póliza de los seguros a los trabajadores”. Además, “VISA y MasterCard no brindarán sus servicios en los puestos de venta”. A su vez, aumentarán las cancelaciones de pautas publicitarias. “Todas estas medidas son el resultado de una disposición que no es parte de la legislación panameña, sino de EEUU… es un mini bloqueo extraterritorial”.
Como señala Rodríguez, “La Estrella de Panamá es el periódico con mayor peso histórico en el país, tiene una importancia simbólica en nuestro imaginario colectivo. Por lo que, la tentativa de cerrar sus operaciones ha reanimado la aversión hacia la política exterior norteamericana. En los últimos años, en particular con los gobiernos postinvasión, es evidente la servidumbre ante los intereses norteamericanos, a pesar de que muchas veces preferimos ver hacia otro lado como si no existiera. El colonialismo de EEUU nunca se fue, mutó a otras formas y ahora se nos presenta como habitual. Nunca se debió bajar la guardia, ahora que nos golpean en la cara, solo nos queda reaccionar”.
Rodríguez se refiere a la política exterior de los gobiernos post-invasión. Se dio un giro de 180 grados, abandonando los lazos, alianzas y acuerdos con países de la región y del mundo entero. “En otro momento y con otra correlación de fuerzas geopolíticas, Panamá hubiese contado con apoyo y repudio internacional a esa decisión unilateral de EEUU de imponer un mini bloqueo al GESE.  Esto no sólo afecta a un grupo económico del país, de hecho, quebranta la soberanía nacional. Es una clara muestra de neocolonialismo”.
La política de parte del gobierno de no actuar y llevar el problema a los foros internacionales le hacen un enorme daño al país. “Ahora, observa Rodríguez, vemos apoyos variopintos al GESE, como también vemos un rotativo más cerca del pueblo que nunca. Ni una ni la otra debieron bajar la intensidad y apoyo mutuo. Ahora estamos reaccionando y no actuando de manera planificada. Fue ingenuo pensar que EEUU no impondría su agenda sobre nuestra soberanía. Con la Lista Clinton se está aplicando la política del ‘gran garrote’ de Teddy Roosevelt. Los gobiernos de turno y la burguesía rentista se conforman con la zanahoria”. 
Rodríguez nos recuerda que si no se consolida la identidad nacional, no habrá forma de detener la voracidad del imperio. Esa identidad o proyecto de nación se expresa a través de la unidad o mediante la hegemonía de un grupo identificado con las tareas nacionales. “Ya nos advertía Ricaurte Soler, dice Rodriguez, sobre la necesidad de ‘identificar las fuerzas, clases y grupos que subjetiva y objetivamente conspiran contra la afirmación del Estado nacional panameño’.  Esta cita es de Soler en 1991, en el marco del “neocolonialismo en la posguerra fría”. El filósofo Rodriguez concluye: “En esa línea, debemos estar alertas ante cualquier forma de injerencia externa, en donde debemos enfocar con quien y contra quien luchamos, en donde no faltará quienes quieran pescar en río revuelto”.

27 de julio de 2017.

Thursday, July 20, 2017

La libertad de expresión y el sistema que nos gobierna


Nuevamente el gobierno de EEUU tiene al borde del precipicio los diarios panameños La Estrella de Panamá y El Siglo. Actuando de manera unilateral, por encima de las leyes nacionales y el orden jurídico internacional, el gobierno norteamericano se abroga el derecho de prohibir a sus ciudadanos a efectuar transacciones comerciales con ciertas empresas panameñas. Los dos periódicos mencionados son propiedad de una sociedad cuyo accionista principal es el empresario de la Zona Libre de Colón, Abdul Waked.
El caso surgió a mediados de 2016 cuando la justicia norteamericana procedió a acusar a un sobrino de Waked de realizar transacciones ilícitas. Esta persona fue arrestada y su caso se está procesando. Mientras tanto, Abdul Waked fue declarado sospechoso e incluido en una lista de personas non gratas para EEUU. La ‘Lista Clinton’, creada en la década de 1990, sirve para identificar a todas las personas naturales o jurídicas con las cuales EEUU no quiere tener relaciones comerciales. ¿Es su derecho? Obviamente, nadie tiene derecho para obligar a terceros a limitar sus relaciones con otros. EEUU no es la excepción. Sin embargo, EEUU tiene la fuerza para imponer una medida totalmente a-jurídica sobre otros.
En Panamá la opinión pública se ha volcado a favor del empresario Waked y en contra de EEUU y su embajador. Es un caso excepcional en la medida en que el pueblo panameño nunca ha sido proclive a inclinarse a favor de los empresarios como clase. Estos últimos no son muy bien vistos ya que tradicionalmente lucran con los bienes de la nación y se colocan a menudo por encima de la ley. Además, son quienes siempre están en posiciones de gobernantes asociados con el control y la represión de las protestas populares. 
Ha habido casos similares en la historia panameña en que empresarios se convierten en ‘héroes’ populares. Otros empresarios han intentado levantarse como ‘héroes’ nacionales. Aún hoy, el presidente Roberto Chiari (1960-1964), dueño del emporio azucarero Ofelina y de La Estrella Azul, es venerado por algunos sectores sociales que recuerdan que rompió relaciones diplomáticas con EEUU por la agresión de ese país contra la juventud el 9 de enero de 1964. Otros anti-héroes son Pancho Arias y Tito Arias (sin relación familiar con el anterior), para mencionar sólo dos.
Waked quizás no llena esas dimensiones – que tiene ribetes políticos - y probablemente no será recordado por su posición frente a los atropellos de fuerzas extranjeras. Waked se vió obligado a vender todas sus propiedades, pero se paró firme con los diarios de la capital panameña. Dijo que no vendería La Estrella de Panamá y El Siglo. Sucumbiría junto con los dos rotativos. Sus amigos han señalado que realizó todo lo posible acercándose a los agentes norteamericanos para conversar y buscar la solución del problema.
En Panamá un comunicado inusual suscrito en un principio por 50 representantes de diferentes sectores del país, refleja en parte el apoyo a la causa de los periódicos atacados por EEUU. El comunicado es corto y contundente: Primero señala que la medida norteamericana va en contra de la libertad de prensa y también de la libertad de expresión. Sobre el particular hay que señalar que tanto uno como el otro siempre han sido coartadas por los grandes intereses.
Los firmantes del comunicado concluyen que “con la subsistencia de los referidos diarios, EEUU no pierde. En cambio, Panamá pierde mucho con su desaparición”. Los intereses de EEUU son claros. No han variado mucho desde que comenzó a cotizar las riquezas de la región hace más de 150 años. En cambio, en Panamá la lucha de La Estrella de Panamá no sólo tiene que enfrentar a los intereses de EEUU, también tiene que tener en cuenta lo que significa la pérdida de un vocero independiente.
Si Waked sale del escenario al frente de la empresa editora, ¿quién o quiénes lo reemplazarán?
La libertad de expresión se mide en el marco de la correlación de fuerzas que caracteriza un país o también globalmente. Quien habla más alto define los parámetros de la libertad de expresión dentro del sistema. Los que están fuera del sistema no cuentan y por lo tanto su expresión no tiene valor. En el caso de Panamá, EEUU lo considera parcialmente fuera del sistema. Puede intervenir en su vida política y económica cuando lo considere necesario. Igualmente, define que es la libertad de expresión de acuerdo con sus intereses. 
20 de julio de 2017.


Thursday, July 13, 2017

Las alternativas de Martinelli


Se cumplió un mes desde el encarcelamiento del presidente Ricardo Martinelli (2009-2014) en Miami, Florida, EEUU. Martinelli no está sólo en su celda del Edificio Federal de Miami. Junto con él están las conciencias de los gobernantes panameños de los últimos 25 años. La diferencia entre el expresidente y sus homólogos es una cuestión cuantitativa. Martinelli, según sus allegados, celebró con bombos y platillos el día en que anunció que era un ‘billonario’.
Martinellu está detenido esperando el dicatamen en un juicio de extradición que solicitaron las autoridades panameñas. Se presentaron documentos al gobierno de EEUU que involucraban a Martinelli en los ‘pinchazos’ de los teléfonos de sus opositores políticos mientras gobernaba. Si el juez dictamina que Martinelli debe regresar a Panamá para enfrentar la justicia, su expulsión no es automática. El presidente de EEUU y su secretario de Estados tienen la última palabra. Si estos consideran que no es conveniente - por razones de ‘seguridad nacional’ - entonces ellos pueden descartar el dictamen de la justicia y Martinelli se queda en EEUU. Existe un convenio de extradición entre los dos países desde 1904.
La política priva sobre la justicia. ¿Qué probabilidades existen que el presidente Trump decida hacer caso omiso de una decisión judicial contraria a los intereses de Martinelli? Casi ninguna.
Martinelli es el epítome de la sociedad panameña del siglo XXI. Sin duda, es una sociedad que debe cambiar radicalmente. Después de la invasión militar norteamericana de 1989, la derrota del proyecto nacional creó las condiciones para que una oligarquía se apoderara de los aparatos del Estado. Bajo el manto del “Consenso de Washington” y con la guía de la Embajada de EEUU, puso la maquinaria gubernamental al servicio de su enriquecimiento. Privatizaron las empresas públicas más rentables, eliminaron empleos y redujeron  salarios, así como aumentaron los subsidios para los ricos y abandonaron  el sistema educativo, los servicios de salud y la seguridad de la población.
En 2000, el gobierno panameño recibió la administración del Canal de Panamá que ha sido fuente de ingresos antes inimaginables. En esta coyuntura, Martinelli probó su suerte política en el gobierno aliándose al Partido Revolucionario Democrático (PRD) y después con el Partido Panameñista. La experiencia le sirvió para fundar su propio partido – Cambio Democrático – y lanzar su candidatura en 2004 (sin éxito). Al igual que los otros partidos oligarcas, su único objetivo era llegar al poder político para asaltar el erario público.
En 2009 Martinelli volvió a lanzar su sombrero al ruedo político. Con la abierta intervención de la Embajada norteamericana tuvo mejor suerte. Su alianza con los ‘panameñistas’ le dio la victoria. Con tasas de crecimiento del PIB nacional, que promediaban el 8 por ciento anual, el equipo de Martinelli puso manos a la obra. Pareciera que no había iniciativa gubernamental que no se convirtiera en un negocio.
Para neutralizar a la oposición política, desde el Palacio presidencial, le pidió ayuda a la Embajada de EEUU para pinchar los teléfonos de sus enemigos. Las solicitudes fueron documentadas en correos electrónicos que Wikileaks hizo públicos junto con otros materiales que denunciaban la injerencia de la Embajada norteamericana. Su futuro depende ahora de la decisión del juez en Miami. ¿Tiene la evidencia suficiente para dictaminar su entrega a las autoridades panameñas?
La justicia no es ‘ciega’ en EEUU. Hay muchos intereses políticos e, incluso, económicos que están en juego. Los fiscales norteamericanos han recabado evidencias que asocian a Martinelli con delitos que pueden ser enjuiciados en EEUU. Si a Washington le interesa utilizar a Martinelli como pieza para algún movimiento político, pueden acusarlo y someterlo a un proceso legal en ese país. Mientras más demora la decisión del juez federal del sur de Florida para extraditarlo, más tiempo le da a los fiscales norteamericanos para presentar su caso contra el expresidente panameño.
Martinelli tiene una carta política que puede jugar como resultado de su encarcelamiento en EEUU. El magnate de supermercados ha anunciado que pretende regresar a Panamá para ser candidato a la Alcaldía de la ciudad capital en 2019. Esta postulación serviría como trampolín para competir en las elecciones a la Presidencia de la Republica en 2024.
El periplo en Florida le puede servir para presentarse como víctima de los atropellos sufridos en EEUU y conmocionar a los votantes con su versión de las injusticias que conoció dentro de “las entrañas del monstruo” que pudo vencer.
14 de junio de 2017.



Thursday, July 6, 2017

De la cocaína a los opioides: la ‘guerra contra el pueblo’


La ‘guerra contra las drogas’, política nefasta de los gobiernos panameños desde la década de 1980,  aparentemente ha disminuido. Ha disminuido en apariencia, pero no tanto en la realidad. Las comunidades siguen siendo infestadas por los traficantes y sus pandillas, las cárceles están desbordadas de jóvenes privados de libertad, la corrupción entre funcionarios es habitual y las muertes son cotidianas. Los medios de comunicación han bajado el tono y las noticias sobre hechos relacionados con las drogas y la violencia han dejado de ser el alimento favorito que devoran los periódicos y canales de televisión. 
A pesar de esta creciente indiferencia frente al problema de las drogas, los gobiernos – y el actual no es una excepción – siguen comprando armas en EEUU para el Servicio Nacional de Fronteras (SENAFRONT) y para el Servicio Nacional Aeronaval (SENAN). También siguen encarcelando jóvenes que consumen ‘crack’ u otros derivados de la cocaína. Quizás este es el momento más oportuno para repensar el problema y establecer políticas que realmente pongan fin a la destrucción de las comunidades, a la desintegración de familias y la tragedia de tantas vidas de adolescentes y jóvenes truncadas por la droga.
Las autoridades que diseñan las políticas públicas tienen que estudiar los cambios que se están dando, especialmente en el contexto de nuestra relación con EEUU. Este país consume el 50 por ciento de las drogas en el mundo. Desarrolló en el siglo pasado una política de ‘guerra contra las drogas’ que posteriormente fue imitada por Panamá, a instancias del poderoso vecino del norte. La situación en EEUU ha cambiado de manera significativa en los últimos cuatro lustros. Todavía EEUU es el país con el mayor número de jóvenes privados de libertad en el mundo. La gran mayoría por delitos relacionados con el consumo de drogas. Igual que en Panamá, la desintegración de comunidades y familias sigue siendo el resultado de la ‘guerra contra las drogas’.
Pero hay diferencias muy importantes que hay que tener en cuenta. En EEUU la sobredosis de drogas es actualmente la principal causa de muerte entre los norteamericanos menores de 50 años de edad. El consumo de opioides se ha convertido en la droga más popular y mortal. Para poner las cifras en perspectiva, las muertes por consumo de opioides ya superan lo alcanzado por accidentes de auto de 1972, las muertes por SIDA de 1995 y las muertes con armas de fuego de 1993. Las víctimas de los opioides en los últimos diez años superan con creces las víctimas militares de EEUU en la guerra contra Vietnam.
A lo largo y ancho de EEUU los condados y estados han iniciado demandas judiciales para responsabilizar a las empresas farmacéuticas por la crisis de salud pública. Según la Escuela Heller para Políticas y Gestión Social de la Universidad de Brandeis, “EEUU está en medio de la peor epidemia de adicción de la historia”.
El viceministro de Justicia de EEUU, Rod Rosenstein, declaró hace poco que “la gente se está muriendo de sobredosis de drogas en números antes inimaginables. El incremento es horrible. Hay quienes dicen que el gobierno debe ser más permisivo, más tolerante y más comprensivo con los adictos. Creo que debemos ser más honestos y compartir con el pueblo norteamericano el peligro que enfrentamos en la actualidad”.
Hay otra gran diferencia en la epidemia actual en EEUU con la de fines del siglo XX. Según la Universidad de Brandeis, la epidemia de la heroína y de la cocaína afectó, en gran parte, a la población pobre y vulnerable. La política para tratar la enfermedad era la represión y la cárcel. Sin embargo, en la actualidad, “la epidemia de los opioides afecta sobre todo a la población de clase media, acomodada y con altos ingresos. La respuesta ahora es muy distinta. Incluso los políticos republicanos están diciendo que el problema no puede ser solucionado arrestando a los adictos. Hay que buscarles tratamiento médico. Estas reacciones no se escuchaban en las últimas décadas del siglo pasado”.
Aunque la realidad cambia y los estudiosos del problema están pidiendo acciones para enfrentar la epidemia de la droga en EEUU, el presidente Trump está tratando de pasar por el Congreso una ley que reduciría los fondos para poner fin a la epidemia. En Panamá todavía no existe el problema de los opioides. Sin embargo, urge buscar una solución realista para erradicar la epidemia del ‘crack’.
6 de julio de 2017.


Saturday, July 1, 2017

El mensaje de China Popular: Audacia


El anuncio de la apertura de relaciones diplomáticas entre Panamá y China Popular fue tardía y recibida por los diferentes sectores sociales panameños con bastante displicencia. ¿Por qué? Desde 1972 – hace 45 años - se esperaba el anuncio. En aquella fecha EEUU rompió todos los diques de contención cuando el presidente Mao recibió a Richard Nixon en Pekín. En América latina, Cuba tiene relaciones diplomáticas con el gigante asiático desde 1960. Chile y Perú establecieron relaciones en 1971.
 La decisión del gobierno del presidente Juan Carlos Varela puso fin a la diplomacia de la ‘chequera’ que tenía Panamá con la isla rebelde de Taiwán, que oficialmente aún pretende representar a toda China. Los actuales gobernantes en Taipei reaccionaron ante el anuncio de Panamá denunciando al gobierno y quemando banderas panameñas.
En 1972 EEUU abrió sus relaciones con China, en gran parte, por razones geopolíticas. Nixon vio la posibilidad de arrinconar a la Unión Soviética, el principal enemigo de EEUU durante la ‘Guerra Fría’. Por su lado, Pekín necesitaba oxigenar su marcha hacia la autonomía y desarrollo para sacarla del atraso que la caracterizó durante casi dos siglos. El balance histórico parece inclinarse a favor de la audacia de los dos gobiernos, quizás un poco más del lado chino.
En 2017 la apertura entre Panamá y China tiene significados distintos y probablemente redundará en otros beneficios. Es bastante claro lo que persigue China Popular estableciendo relaciones diplomáticas con Panamá: Pekín quiere extender la Ruta de la Seda euroasiática en la dirección opuesta, con el istmo panameño como su baluarte comercial y político en el hemisferio occidental. Le permitirá consolidar sus relaciones con toda la región latinoamericana, especialmente el Gran Caribe. El Canal de Panamá es sin duda el máximo premio. China ya tiene un fuerte interés en los puertos de Balboa y Cristóbal. Esta construyendo otro en la ‘isla’ Margarita. Además, es probable que empresarios chinos incursionen en inversiones logísticas en terrenos del antiguo polígono de Nuevo Emperador.
¿Cuál es la agenda del gobierno panameño frente a esta decisión histórica? El presidente Varela y su equipo no lo han hecho explícito. Tienen dos alternativas. Por un lado, seguir la pauta rentista y especuladora sentada por los gobiernos oligarcas panameños desde la independencia de España en 1821. La otra, promover una política que conduzca el país hacia el desarrollo integral nacional e incluyente que beneficie a todos los panameños. En otras palabras, la nueva relación con China Popular le permitiría a Panamá embarcarse en un proyecto audaz de dimensiones similares a la construcción del Canal de Panamá a principios del siglo pasado pero con las manos firmemente sobre el timón.
El Canal de Panamá ha estado por más de un siglo al servició de la marina mercante mundial, dominada por EEUU, y los gobiernos han descuidado casi por completo el desarrollo nacional. Las inversiones chinas a principios del siglo XXI, sin duda, estarán en función del comercio mundial aprovechando la ruta de tránsito del estrecho istmo de Panamá. Pekín percibe a Panamá como un eslabón más en su política global de reconstruir la Ruta de Seda. Quiere unir – gracias al Canal de Panamá - a Asia con el Atlántico, atravesando el Pacífico.
Las relaciones con China Popular le proporcionan a Panamá la oportunidad de salir del atraso y desarrollar una política marítima propia, audaz, de proporciones globales. Sin embargo, esa política – que incluiría la definición de rutas, el desarrollo de nuevas tecnologías marítimas, la construcción de naves con tecnología de punta y otras ventajas – tiene que descansar sobre una estructura social y económica sólida capaz de resistir los embates de la competencia mundial. Para ello Panamá necesita definir una política agroindustrial, logística y política, audaz, que incluya a todos los panameños. El Canal de Panamá y los excedentes que genera, sumado a las relaciones con China, le permitiría a Panamá desarrollar (de manera sostenible) su potencial agrícola. Además, puede incursionar en áreas industriales competitivas. Para ello tendría que construir nuevas carreteras y vías ferreas (‘trenes balas’) de frontera a frontera. También tiene que ser audaz y construir puertos en ambas costas del país para atender los barcos que navegan por la vía interoceánica.
La otra alternativa nefasta es continuar con la política rentista - fracasada - de la oligarquía que se sienta a orillas del Canal esperando que caigan las migajas de los barcos que cruzan sus aguas.

29 de junio de 2017.