Thursday, March 30, 2017

El vuelo del Aguila, nuevo aparato represivo

Como siempre, en materia de seguridad nacional, el gobierno panameño toma decisiones sin previa consulta o discusión. La razón es bastante obvia: la política de seguridad nacional no está en sus manos.
Apenas la semana pasada se anunció que el ministro de Seguridad Publica y su comitiva se habían reunido con sus contrapartes en Washington, capital de EEUU. El comunicado escueto señaló que ambos gobiernos habían suscrito acuerdos para reforzar la seguridad de Panamá. No se habló de un acuerdo de ayuda mutua. La razón también es bastante obvia.
A los pocos días, el gobierno nacional anunció que había creado un cuerpo elite de 300 unidades de la Policía para reprimir el crimen en el país. Durante el fin de semana el presidente Juan Carlos Varela se reunió con el grupo represor y pronunció un discurso donde repitió los mismos argumentos de sus antecesores sobre el incremento de la violencia producto de la inestabilidad política en la región y el tráfico de drogas ilícitas.
El contingente lo componen agentes del Ministerio de Seguridad Pública, la Policía Nacional, el Servicio Nacional Aeronaval (SENAN), el Servicio Nacional de Fronteras (SENAFRONT), el Servicio de Protección Institucional (SPI) y el Servicio Nacional de Migración. El grupo se llama Aguila.
La visita a Washington y la creación del grupo Aguila se produjo poco después de que Varela hablara por teléfono con el presidente de EEUU, Donald Trump. Se anunció que durante la conversación, Trump le mencionó a Varela la situación política en Venezuela. Existen versiones que EEUU prepara una intervención en el país bolivariano. La misma se daría una vez que la oposición de derecha crea las condiciones de desestabilización internas y el secretario general de la OEA logra alinear una mayoría de países contrarios al gobierno de Caracas en el exterior.
El grupo Aguila podría servir como una primera línea de choque contra cualquier protesta que podría producirse en Panamá por la intervención extranjera en Venezuela. El presidente Varela había creado cuando llegó al poder en 2014 un programa denominado “Barrio Seguro”. El mismo consistía en crear programas conjuntos entre comunidades y la Policía Nacional para orientar a jóvenes y adolescentes hacia áreas de estudios, deportes y actividades culturales. El mismo fue eliminado de manera similar, sin aviso previo. La Policía dijo que el programa había fracasado porque los jóvenes no cooperaban con los agentes que enviaban a las comunidades.
Jaime Abad, exdirector de la Policía Técnica Judicial (PTJ), es partidario de la aplicación de la “mano dura”. Según Abad, “siempre habrá una cantidad de delincuentes que no aceptarán una mano amiga y van a estar generando crímenes violentos y para combatirlos se necesitan los grupos de élite”. Recordó que el presidente Endara (1989-1994) creó el ‘grupo de tácticas y armas especiales'. Ricardo Martinelli, organizó el Grupo de Operaciones Especiales. Se entiende que la Policía se crea para proteger a la ciudadanía. Todo indica que los grupos especiales se crean para reprimir a la misma ciudadanía.
El jefe de la Guardia Nacional de Panamá (1982-1983), Rubén Darío Paredes, se mostró en desacuerdo con la medida y recomendó otras vías para erradicar de raíz la violencia. El militar panameño explicó que a través de la educación en los sectores excluidos y con el establecimiento de comedores populares en estas mismas áreas, se podría hacer un mejor trabajo.
El exdirector de la Policía Nacional, Ebrahim Asvat, se pregunta ¿cuál es la función real del grupo Aguila? Según Asvat, para crear una fuerza élite es necesario que exista alguna amenaza o contingencia que requiera un grupo especial que lo afronte. Le pidió a las autoridades explicar cuál es la emergencia que justifica la creación del grupo represor. “Cuando existen eventualidades especiales, entonces se crean fuerzas especiales como los antimotines o el grupo SWAT” (para desactivar bombas, negociar secuestros, etc.), explicó al resaltar que no se debe crear una unidad especial porque sí.
Coincidimos con los especialistas en el sentido de que la represión no es la solución al problema de la violencia. Como dice el refrán: ‘La violencia sólo genera más violencia’. El problema sólo puede enfrentarse con éxito si existe un plan que genere empleo productivo y bien remunerado para todos los panameños. Para alcanzar este objetivo es imprescindible tener un sistema educativo que forme a la juventud para llenar las plazas de trabajo que se crean con el desarrollo económico del país.
30 de marzo de 2017.





Thursday, March 23, 2017

El V centenario de la ciudad de Panamá ¿Qué celebramos?


Este es el primero de tres artículos sobre la ciudad de Panamá y su historia cinco veces centenaria. Fue fundada en 1519 por los conquistadores españoles que percibían el potencial del océano Pacífico. Pocos años antes (1513), Vasco Núñez de Balboa declaró toda su cuenca propiedad del rey Carlos de España. Los restantes dos artículos los presentaré sucesivamente en 2018 y 2019.
Las autoridades nacionales, así como las municipales, están preparándose para celebrar el quinto centenario de la ciudad. Sin embargo, no tienen una agenda que los guíe. La primera pregunta que se hacen - ¿qué celebramos? - se queda sin respuesta. La segunda pregunta - ¿para qué celebramos? – se queda en el aire buscando donde aterrizar. La tercera pregunta - ¿quiénes somos los que celebramos? – es ignorada por completo.
La capital panameña ha tenido sus momentos de esplendor y también decadentes. Fue fundada por un imperio en ascenso y ha sido codiciada por otros con ansias de dominación global. La posición geográfica de la ciudad de Panamá determina en gran parte su dinámica e historia. Descansa sobre una faja angosta de tierra que separa los dos océanos más grandes de la tierra. Facilita el comercio marítimo de las potencias nor-atlánticas de Europa (y después EEUU) con el Pacífico. A finales del siglo XX se sumaron China y Japón al comercio inter-oceánico.
Los conquistadores españoles exportaron enormes cantidades de plata y oro de las minas del Alto-Perú (Bolivia) a España cruzando el trecho de apenas 80 kilómetros del Istmo de Panamá. Los comerciantes y políticos que residían en la ciudad de Panamá prosperaron durante los siglos XVI y XVII de la colonia. La población indígena fue aniquilada desde temprana data y se introdujo la esclavitud de africanos. Desde esa época se desarrollaron relaciones sociales de inequidad y discriminación, aún vigentes.
La pérdida de valor de los minerales preciosos a fines del siglo XVII dio inicio a un largo período de decadencia colonial que dio lugar al nacimiento de las repúblicas a principios del siglo XIX. La corona española intentó superar las contradicciones creando en 1776 el Virreinato de Nueva Granada e incorporó a Panamá a su égida. Las guerras de independencia encabezadas por Bolívar (1809-1824) crearon la República de Colombia que contó con la adhesión de la ciudad de Panamá.
Sin embargo, no fue hasta mediados del siglo XIX que la ciudad recuperó algo de su antigua dinámica comercial con el descubrimiento de oro en California y la construcción del Ferrocarril Trans-ístmico. Los comerciantes panameños fueron desplazados por los políticos de Bogotá que manejaban los hilos del poder en el istmo. Los comerciantes, sin embargo, no se mantuvieron inmóviles, siempre interesados en incrementar el potencial de la ciudad de Panamá en el movimiento marítimo mercantil global. En 1903 nace la República de Panamá y la ciudad es declarada inmediatamente su capital política.
El siglo XX deja su huella sobre el país y sobre la ciudad. La emancipación tiene un precio. Un precio altísimo. EEUU garantiza la separación de Panamá frente a Bogotá. Sin embargo, los comerciantes que llegan al poder en 1903 negocian un tratado con EEUU que convierte a Panamá en un protectorado. La construcción del Canal de Panamá (1904-1914) transforma a la ciudad, la encierra en una ‘jaula’ que con el tiempo es colonizada, militarizada y deformada. Se produce un crecimiento económico muy rápido pero sin desarrollo. Los planes de los políticos liberales son sistemáticamente bloqueados por EEUU. Los políticos tanto liberales como conservadores se rinden ante el poderío de Washington y son las clases populares, con su vanguardia estudiantil, que levantan la bandera de la soberanía. En enero de 1964 una insurrección popular contra la ocupación militar de EEUU baña de sangre las calles y plazas de la ciudad de Panamá.
Es la antesala de los nuevos tratados del Canal (1977) que ponen fin a la ocupación militar de EEUU, de su coloniaje y transfiere la administración de la vía interoceánica a Panamá en 1999. A partir de esta última fecha, la ciudad de Panamá acusa tasas de crecimiento económico espectaculares. Sin embargo, no hay desarrollo. Al contrario, crece la desigualdad, la pobreza se hace endémica y se desintegra la familia en la ciudad que se aproxima a su quinto centenario. Urge que quienes queremos a la ciudad de Panamá contestemos las tres preguntas: ¿Qué celebramos? ¿Para qué celebramos? ¿Quiénes somos los que celebramos?
23 de marzo de 2017.



Thursday, March 16, 2017

Hay alternativas para el puerto en Corozal


El área de Corozal a orillas de la entrada sur del Canal de Panamá se ha convertido en un botín para diferentes sectores de la clase dominante panameña  y sus socios en el extranjero. Su vecindad con el puerto de Balboa hace que se especule en convertirlo en una extensión de esa facilidad. El grupo que se adueñe de las 120 hectáreas haría ganancias multimillonarias.
El proyecto de puerto en Corozal que promueve la Autoridad del Canal de Panamá (ACP), empresa estatal al servicio del sector privado, iría en contra de la máxima del general Omar Torrijos quien señaló que lo conquistado en las luchas generacionales tenía que beneficiar al pueblo panameño. La posición geográfica de Panamá ha sido asaltada por los especuladores que utilizan el soborno para ‘disciplinar’ políticos. Demagógicamente se sirven de lo que llaman equivocadamente las ‘leyes del mercado’ (monopolio) para justificar lo que es un atraco.
Mientras que los especuladores se pelean las 120 hectáreas de Corozal, en varios países vecinos se construyen puertos para acomodar la demanda de las grandes empresas de transporte marítimo. El fenómeno denuncia la incapacidad y la poca visión de los gobernantes panameños. Esta es la oportunidad para que Panamá comience a desarrollar el país construyendo puertos en el litoral, tanto del Pacífico como del Caribe. Los puertos significarían inversiones en el interior del país que se comunicarían – a corta distancia – con el Canal de Panamá por vías férreas y otras alternativas.
Los puertos de Colón y Balboa – en los extremos del Canal de Panamá - son los más grandes de América latina. En 2014 manejaron 6.7 millones de TEU (contenedores). En 2001 ambos puertos apenas movían 1.5 millones de TEU. La ACP pronostica que sólo el puerto en Corozal estaría manejando a corto plazo 6 millones de TEU. Si los cálculos de la ACP tienen fundamento, sería un tremendo aporte a la economía del país. Pero no se puede dejar en manos de los especuladores que no le aportarían beneficios (desarrollo) al país.
Hay que quitarle el mando de la vía interoceánica, de los puertos y del país al pequeño grupo de especuladores que se turnan para gobernar en forma alternada. Invirtiendo en el interior del país todos los panameños se beneficiarían. Si Mariel (Cuba), Kingston (Jamaica), Buenaventura (Colombia) y Limón (Costa Rica) están invirtiendo más de mil millones de dólares en las nuevas facilidades portuarias, que le impide a Panamá construir puertos en su propio litoral.
Hay un obstáculo. Los especuladores no se beneficiarían tanto y las ganancias no serían inmediatas. La construcción de los puertos con la más alta tecnología en el interior requeriría un par de años. Los beneficios para el país serían inmediatas con la creación de empleos, la demanda de nuevos profesionales y el desarrollo de economías locales. En 20 años los ingresos representarían 50 mil millones de dólares. En la actualidad, los puertos en Balboa y Colón no representan ingresos para el fisco ya que sus concesionarios aseguran que sólo tienen pérdidas a pesar del movimiento récord de contenedores.
La ACP confiesa que el movimiento “adicional que vendría por la ampliación del Canal se tendría que atender en otros puertos regionales”. Si Panamá “no incrementa la oferta portuaria, las navieras tendrían que llevar sus operaciones de trasbordo a otros puertos. Esto afectaría negativamente la competitividad portuaria de la ruta panameña, con la consiguiente pérdida de ingresos potenciales”. Pero en vez de pensar en el desarrollo del país, piensan en los negocios con los especuladores.
La ACP ya tiene su plan para negociar concesiones con los especuladores. “El plazo de duración de la concesión será de 20 años con la posibilidad de renovación a opción de la
ACP hasta por 20 años adicionales”. Un total de 40 años. La ciudad de Panamá sufriría los embates ambientales del puerto en Corozal y el país no recibiría beneficio alguno.
La ACP, por probable desconocimiento, asegura que no habrá impacto ambiental debido a su capacidad para mitigarlos. Señala que “el puerto en Corozal aplicará los principios generales de un puerto verde: 1. Proteger a la comunidad de los impactos ambientales nocivos, 2. Reducir las emisiones de gases provenientes de las operaciones del puerto y 3. Emplear la mejor tecnología disponible para evitar o reducir los impactos ambientales”.
No convence. La mejor tecnología consiste en dispersar las facilidades portuaria como hicieron Barcelona, Nueva York y Ámsterdam.

16 de marzo de 2017.

Saturday, March 11, 2017

Trump: ¡Hay que comenzar a ganar guerras!


El ‘establishment’ norteamericano está encerrado en su propia trampa. Desde principios del siglo XX – si no antes – ha desarrollado una economía de guerra que aparentemente ya no puede controlar. Durante la primera mitad del siglo pasado alimentó con armas a los contendientes de la primera y segunda guerras mundiales. Fue el mejor negocio del siglo, literalmente. Todo el territorio del país de este a occidente, de norte a sur, se convirtió en un gran arsenal de guerra. Impulsó el crecimiento capitalista interno y un impresionante desarrollo social que sirvió – y aún sirve - de modelo cultural hegemónico a escala global (‘The American Way of Life’).
La segunda mitad del siglo XX se inauguró con promesas de paz y prosperidad, simbolizada con la creación de las Naciones Unidas y su declaración sobre los derechos humanos. Los agentes-políticos del ‘establishment’ norteamericano descubrieron que sin la industria armamentista en pleno apogeo la economía no crecía. De una vez buscaron y crearon un enemigo: el Estado soviético y su supuesto afán expansionista. Levantaron ‘la cortina de hierro’ en Europa e intentaron hacer lo mismo en torno a la nueva República Popular China.
Washington tuvo un enorme éxito... temporal. Las invasiones de Corea y Vietnam generaron enormes ganancias para los industriales norteamericanos (entre 1950 y 1975). La ‘Guerra Fría’ mantuvo la carrera armamentista en el primer plano gubernamental y de los medios. Al desaparecer la Unión Soviética, a diferencia del resto del mundo que pensó que habría un período de paz, el ‘establishment’ comenzó a buscar un nuevo enemigo al cual hacerle la guerra. Unos propusieron los ‘carteles de las drogas ilícitas’, otros los ‘estados fallidos’ y, finalmente, el ‘terrorismo islámico’. Después de varios lustros, se impuso en los círculos de Washington, la guerra contra las bandas de guerrilleros en el medio oriente formados por los aparatos de inteligencia de EEUU (Al Qaeda, el Estado Islámico y otros).
El ‘establishment’ propuso una guerra ‘inteligente’ (smart) para derrotar al supuesto enemigo. Era como jugar una partida de ajedrez o dominó donde la misma persona mueve las fichas de ambos lados. Sin duda, hubo bajas terribles en el esfuerzo por controlar todas las piezas del tablero: Las torres gemelas, la destrucción de Libia, Iraq, Siria y Yemen. EEUU invertía en su industria armamentista y Europa se beneficiaría con la mano de obra barata de los refugiados. El juego no salió tan bien como se esperaba.
Las protestas a escala mundial crecieron y se puso en jaque al ‘establishment’. Mientras tanto China comenzó a mostrar su nueva musculatura y Rusia pretende recuperar sus pasadas glorias como potencia mundial. En Europa también afloraron los movimientos nacionalistas financiados por los intereses de los grandes industriales que cooptaron sectores cada vez más importantes de los trabajadores. EEUU no es la excepción. Un conjunto de factores políticos inesperados catapultaron al especulador Donald Trump a la Casa Blanca.
Trump, entre otras cosas, en su campaña denunciaba las guerras ‘inteligentes’ y prometía hacer añicos a todos los musulmanes radicales – no importa donde se encontraran - a punta de bombardeos sistemáticos. En el poder, el mandatario continuó amenazando al mundo con declaraciones extremas. Anunció que EEUU ‘tenía que comenzar a ganar guerras nuevamente’.  La única manera de ‘ganar guerras’ es crearlas.
En un discurso ante el Congreso norteamericano, reunido en pleno, declaró que le iba a pedir un incremento de 40 mil millones de dólares para el presupuesto de guerra. Es decir, un total de $600 mil millones para el año fiscal de 2018. La suma invertida en las guerras superará todos los gastos sociales del gobierno. Los gastos militares representan más del 15 por ciento del presupuesto nacional. EEUU gasta más en  armas que los seis países que le siguen en orden de importancia (China, Arabia Saudita, India, Gran Bretaña, Francía y Rusia). EEUU supera 20 veces el presupuesto militar de Brasil.
¿Para que quiere tanto dinero el presidente Trump? Por un lado, tal como lo anunció en el Congreso, ya identificó al enemigo: “He ordenado al ministro de Defensa que destruya al Estado Islámico, una red de salvajes... Trabajaremos para extinguir de la faz de la tierra a este villano enemigo". Por el otro, en la Cena de los Gobernadores , Trump le prometió a cada Estado ‘de la Unión’ fuertes sumas multi-millonarias de dólares para dinamizar la industria armamentista y generar ganancias extraordinarias. El gran ganador sigue siendo Wall Street.
9 de marzo de 2017.


Thursday, March 2, 2017

Las llamadas de Trump


La semana pasada el presidente de EEUU, Donald Trump, llamó por teléfono a su contraparte panameña, Juan Carlos Varela. Varela informó que Trump lo había ‘felicitado por su gestión’, por lo ‘bien que va el país’ y que próximamente quisiera recibirlo en Washington.
Según otras fuentes, Trump también le habló a Varela sobre Venezuela. Las relaciones entre Panamá y Caracas son buenas. Todo indica, según quienes analizan la llamada, que el presidente de EEUU quiere alterar ese vínculo basado, sobre todo, en intereses comerciales. En el caso de las relaciones entre Panamá y EEUU, y con el resto de la región, en el trasfondo siempre aparece la analogía del ‘palo y la zanahoria’. EEUU puede ofrecer una ‘zanahoria’ a cambio de algún favor del país en cuestión. El favor puede ser en especie, en efectivo o, usualmente, la promesa de no usar el ‘palo’ en contra de los intereses del afectado.
Trump aún no ha planteado de manera explícita su política sobre la región latinoamericana. Sin embargo, su desprecio por los gobernantes mexicanos (y de paso el pueblo) lo expresó en su primer discurso de campaña en 2015 cuando anunció su decisión de construir una muralla. Aunque las oligarquías de toda la región latinoamericana consideran que tienen relaciones ‘especiales’ con EEUU, todas son percibidas con desdén por el ‘establishment’ norteamericano. Trump lo hace saber en forma explícita. Trump no habla sólo a nombre de él personalmente o a nombre de un sector extremo de la opinión pública, habla a nombre de la clase gobernante de ese país cuyos padres fundadores lo expresaron claramente hace casi 250 años.
Las llamadas de Trump a sus colegas en el mundo siguieron un patrón muy claro. Hay que referirse al artículo publicado por Néstor García para seguir la cronología. El patrón diseñado, probablemente, por sus asesores privilegiaron, en primer lugar, a los gobernantes de los países con raíces ‘anglo sajonas’: Gran Bretaña, Canadá, Australia y Nueva Zelandia. Seguido por Japón, el ‘honorable’ aliado de los países ‘anglo sajones’. En Africa y el medio oriente llamó a los gobernantes que están sentados sobre enormes yacimientos petroleros. Habría que agregar a India, Africa del Sur e Israel (su portaaviones en el oriente mediterráneo). En América latina, se dirigió a los países con políticas más cercanas a los intereses de EEUU. Pareciera que la intención es construir una muralla ‘política’ en torno a Venezuela. Panamá, Trinidad y Tobago, y Colombia constituyen los puntos más próximos a la patria bolivariana. También llamó al presidente de Argentina y se sentó en la Casa Blanca con el mandatario del Perú, ambos considerados como parte importante de la ‘retaguardia’ de una futura ofensiva contra Caracas.
Tuvo una conversación de una hora con el presidente ruso, Vladimir Putin, y otra más protocolar con el presidente de China.  Ha sido muy publicitada su aparente admiración por el mandatario ruso. Llamó al presidente de Francia y a la canciller de Alemania con los cuales intercambio saludos diplomáticos. También llamó los dirigentes europeos de España, Italia y Ucrania. Ignoró al resto de los miembros de la Comunidad Europea o de la OTAN.
En América latina no llamó a los gobernantes de México, Centro América, ni a países supuestamente aliados como Chile, Brasil, Paraguay y Uruguay. Tampoco hizo esfuerzo alguno para construir un puente -  aunque simbólico - hacia los países del ALBA.
La dirección que asumirá la política exterior de Trump no se basa en sus llamadas telefónicas. Pueden reflejar una tendencia. El tiene sus inclinaciones, el poderoso ‘establishment’ norteamericano tiene otras. Trump quiere asegurar la ‘contencion’ de China, la ‘alianza’ con Rusia, destruir al Estado Islámico y ‘llevarse el petróleo de Irak’, así como cobrarle lo que considera viejas deudas a Europa.
En el caso de América latina, su política se refleja en su campaña contra México que continúa a pesar de que ya ocupó la Casa Blanca hace más de un mes. Quizás centre su atención en Venezuela, por los reservas petroleras que contiene su subsuelo. Ya acusó al vicepresidente de ese país de ser un narcotraficante, sin evidencias. (Fórmula muy utilizada por Washington para deslegitimar). Tiene a la OEA como herramienta para activar la ‘Carta por la Democracia’. Necesita el apoyo del presidente Varela y de los otros mandatarios de la región para dar primero, el golpe diplomático y, después, desplegar la fuerza militar si es necesaria.
2 de marzo de 2017.