Thursday, April 27, 2017

Los trillones de los ‘paraísos fiscales’


Los socios Jorge Mossack y Ramón Fonseca Mora fueron puestos en libertad mediante una fianza de medio millón de dólares cada uno. Desde mediados de la década de 1980, cuando unieron sus firmas forenses, se dedicaban a mover dineros de origen conocido y también de origen turbio. Entendieron bien el oficio y siguieron haciendo buenos negocios – lícitos – con dineros de gobernantes, empresarios y otros que deseaban encontrarle buen paradero a sus fortunas.
La fiesta terminó cuando el gobierno norteamericano decidió ponerle fin a las operaciones de la firma Mossack & Fonseca Mora. Para ello desataron la operación “Panamá Papers” con un guión muy parecido a la película “El sastre de Panamá”, basada en la novela de John Le Carré. Se movilizaron más de 500 periodistas y un diario en el sur de Alemania para darle sustento al cuento. Lo cierto es que los socios Mossack y Fonseca Mora movían las fortunas de numerosos millonarios del mundo entero.
Pero si se analizan los movimientos de dineros por los circuitos financieros se descubre que las operaciones de los abogados panameños eran de poca monta si se compara con los movimientos de dineros que buscan donde esconderse. En un informe reciente, Oxfam (grupo investigador inglés) revela que sólo 50 grandes corporaciones norteamericanas tienen escondidas unos 1.6 millones de millones (trillones) de dólares en ‘paraísos fiscales’. La mayoría de estos ‘paraísos’ están en EEUU y Europa occidental.
Oxfam revisó todos los documentos correspondientes a las declaraciones de impuestos de las 50 empresas norteamericanas y descubrió que tienen una ‘red secreta’ de 1,751 subsidiarias en paraísos fiscales. La ‘red’ les permite evadir el pago de impuestos. Entre 2016 y 2017, la suma escondida aumentó en 200 mil millones de dólares. La supuesta investigación y denuncia de la firma Mossack y Fonseca Mora no contribuyó a controlar los ‘lavados’ de dinero. Al contrario, experimentó un incremento de cerca del 15 por ciento.
Oxfam también dice que las reformas del sistema impositivo de EEUU propuestas por el presidente Donald Trump recientemente contribuirán a favorecer a los empresarios y otros a encontrar fórmulas para no pagar sus impuestos. Robbie Silverman, el Asesor Principal de “Oxfam America”, señala que “a pesar de que Trump fue elegido para corregir el sistema político y económico quebrado de EEUU, sus iniciativas sólo harán más ricas a las poderosas corporaciones y favorecerán a los intereses especiales que engañan a los recolectores de impuestos perjudicando a los empresarios medianos y pequeños”.
Las 50 corporaciones analizadas por Oxfam tuvieron ganancias por un total de 4.2 millones de millones de dólares en 2016. Utilizaron los ‘paraísos fiscales’ (donde escondieron parte importante de las ganancias) para reducir su tasa impositiva a un 26 por ciento del 35 por ciento que les correspondía. Oxfam calcula que por cada dólar que estas empresas gastaron en influir (‘lobby’) a los miembros del Congreso de EEUU para que aprueben leyes que los beneficie, reciben ventajas impositivas equivalentes a 1,250 dólares. En total, desde 2009, las 50 corporaciones han gastado 2.5 mil millones de dólares sólo en ejercer influencia sobre los congresistas.
Trump está dispuesto a perdonar a las grandes corporaciones que no pagar sus impuestos. La Casa Blanca tiene un proyecto de ley que presentará al Congreso que exoneraría a las grandes corporaciones del pago si las ganancias escondidas en el exterior las guardan en EEUU. El proyecto de ley de Ajuste Fronterizo beneficiaría a los grandes millonarios pero perjudicaría a los pobres, según Oxfam. Incluso, “puede perjudicar a los países más pobres del mundo”.
La información que presenta el estudio de Oxfam proviene de estadísticas oficiales. A pesar de tener conocimiento de estos datos, las autoridades norteamericanas no actúan para poner fin a la evasión de sus propios ciudadanos. En cambio, persiguieron a una empresa de abogados panameña por facilitarle la asesoría para esconder sus ganancias en ‘paraísos fiscales’ alrededor del mundo, incluso en EEUU.
Las 50 corporaciones norteamerianas analizadas por Oxfam fueron Allergan, Google, American Express, AIG, Amgen, Apple, AT&T, Bank of America, Berkshire Hathaway, Boeing, Capital One Financial, Chevron, CiscoSystems, Citigroup, Coca-Cola, Comcast, CVS Health, Dow Chemical, ExxonMobil, Ford Motor, General Electric, General Motors, Gilead, Goldman Sachs, Home Depot, Honeywell International, IBM, Intel, Johnson&Johnson, JPMorgan Chase, Medtronic, Merck, MetLife, Microsoft, Mondelez, MorganStanley, Oracle, PepsiCo, Pfizer, Phillips 66, Procter&Gamble, Prudential Financial, United Technologies, UnitedHealth Group, US Bancorp, Verizon Communications, Walgreens, WalMart, Walt Disney y Wells Fargo.
27 de abril de 2017.


Thursday, April 20, 2017

La razón detrás del bombardeo de Siria


El establishment  – la oligarquía norteamericana concentrada en el centro financiero de Nueva York con su contraparte política en Washington - tuvo mucho que celebrar después del bombardeo ordenado por el presidente Donald Trump contra una base aérea militar en Siria. La Armada norteamericana disparó 59 cohetes Tomahawks desde el oriente del mar Mediterráneo al corazón de Siria. La operación que estaba en la agenda del Pentágono hace varios años siguió casi los mismos pasos tácticos que la desatada por EEUU contra Panamá en 1989. En aquel año dejó caer 422 bombas en una madrugada sobre el Cuartel Central de las Fuerzas de Defensa de Panamá (FDP), destruyendo el barrio de El Chorrillo en la capital panameña y causando la muerte de miles de inocentes.

Panamá no representaba peligro para EEUU y sus intereses. El gobierno militar en el poder en aquella época hacía lo que la CIA y otras agencias desestabilizadoras a escala mundial le solicitaban. El presidente Bush (padre) era un amigo del general Noriega, con quien tenía una relación cercana desde que ambos dirigían los aparatos de seguridad de sus respectivos países en la década de 1970. En el caso de Siria, EEUU también tenía una relación amistosa con el gobierno de Damasco (laico y pluriétnico). Assad padre no intervino en la guerra entre Irak e Irán, apoyando por defecto a Irak en contra de su aliado chiita en Terán.
Al igual que Noriega, Assad fue atacado sistemáticamente por EEUU tanto en los medios de comunicación como en las redes económicas. La CIA logró levantar una oposición armada que cayó rápidamente bajo influencia de Al Qaeda y después del Estado Islámico. La intervención rusa que tiene una base naval a orillas del mar Mediterráneo sirio le dio oxigeno al gobierno de Assad para sobrevivir. Durante los ocho años del gobierno del presidente Obama, EEUU no intervino con tropas en Siria esperando que sus mercenarios tuvieran éxito.
Trump declaró durante la campaña presidencial (2016) que no intervendría en Siria. Sin embargo, el establishment se oponía en forma tenaz a la política de Trump. En sus medios de comunicación acusaban al nuevo presidente de ser un aliado de Moscú, de ser un indeciso y un político impredecible. Al igual que Bush (padre) en 1989, quien era acusado de ser un whimp (debilucho), la guerra mediática estaba dejando su huella en la armadura de Trump. Tenía que hacer algo para que la pérdida de popularidad que arrojaban las encuestas no lo dejaran sin posibilidades de recuperarse. El establishment (con el Partido Demócrata a la cabeza) ya hablaba de un enjuiciamiento (impeachment) por su supuesta relación con los servicios de inteligencia del Kremlin durante la campaña presidencial.
Trump tenía que dar tres golpes simultáneamente para salir de la telaraña que le habían tejido los intereses financieros y la clase política en Washington. Por un lado, al igual que en Panamá en 1989 tenía que demostrar que estaba dispuesto a usar la fuerza militar para garantizar los intereses armamentistas de la vieja oligarquía norteamericana. Segundo, tenía que demostrar que Rusia era su enemigo y que no podía desarrollar una relación con Moscú. El establishment sostiene que es necesario someter y subordinar a Rusia a los fines de dominación global de EEUU. Finalmente, había que demostrarle a China que la Casa Blanca no estaba dispuesta a tolerar las muestras de su creciente poderío económico y militar.
El Pentágono le armó el despliegue de poder militar que necesitaba Trump en una noche sub-tropical en Mar a Lago en compañía del presidente chino,  Xi Jinping. Mientras cenaban, Trump pidó un permiso para anunciarle a su país y al mundo que acababa de bombardear a Siria. Al día siguiente, los medios globales lo coronaron Presidente de verdad.
Se ha puesto de moda el término las  “banderas falsas”. En realidad, la táctica se remonta a las antiguas civilizaciones. En Panamá acusaron a Noriega de ‘narcotraficante’ (¿al servicio de la CIA?) e invadieron un país causando la peor tragedia humana en su historia. En Siría acusan al gobierno de Assad – sin pruebas - de usar ‘armas químicas’ causando muertes de niños y mujeres. La respuesta de EEUU, casi inmediata, fue el bombardeo de una base aérea siria cercana. Todo para que Trump recupere la confianza de los medios del establishment que inmediatamente lo elevaron al status presidencial. Además, sus números en las encuestas de popularidad comenzaron a recuperarse.

20 de abril de 2017.

Wednesday, April 12, 2017

“Pro Mundo Beneficio”, la venta de Panamá

A partir de la conquista española, hace medio milenio, Panamá ha tenido una clase dirigente especializada en la venta de servicios, asociados a la posición geográfica privilegiada del Istmo. Durante la colonia (1500 – 1820), primaban los intereses de la Corona española. A los márgenes, una elite comercial se beneficiaba con los negocios legales e ilegales. En el siglo XIX, los comerciantes locales rompieron con la península y se adhirieron a  los intereses de la ‘City’ de Londres. El período colombiano fue caótico por la debilidad de Bogotá frente a los avances de las potencias rivales de la época: Gran Bretaña, Francia y EEUU. En el siglo XX emergió Washington como potencia dominante y también nació la República de Panamá.

El binomio EEUU – Panamá fue productivo y, a la vez, trágico. La potencia del norte construyó el Canal interoceánico pero subordinó el país al dominio de una pequeña elite incapaz de gobernar y altamente corrupta. La lucha por la soberanía ocupó a la mayoría de los panameños durante casi todo el siglo XX. Cuando finalmente se logró avanzar significativamente, en 1989 EEUU reaccionó atacando militarmente el país causando miles de muertes e imponiendo un régimen político de la misma elite corrupta. Ya tiene más de un cuarto de siglo saqueando las riquezas que genera la posición geográfica del país sin proyecto nacional a la vista.
En 1999 EEUU le entregó la administración del Canal de Panamá a la pequeña elite panameña. Por primera vez en su historia de cinco siglos, la clase dominante istmeña tuvo la oportunidad de combinar la administración de los negocios locales (posición geográfica) con el arte de gobernar. Más encima, entre 2007 y 2016 incursionó en la ampliación del Canal de Panamá a un costo multimillonario.
La experiencia ha resultado un fiasco. A pesar de que el producto interno bruto anual del país se ha multiplicado diez veces en menos de 20 años, la desigualdad aumenta, la pobreza no disminuye y los servicios públicos se deterioran. La pequeña elite concentradora de riqueza, enquistada en los nichos de poder, no tiene los cuadros con capacidad para gobernar. A pesar de la asesoría de EEUU – entretenida en guerras del otro lado del planeta – la corrupción se ha entronado en el país, aceptada por amplios sectores de la sociedad.
Todo indica que la corrupción y clientelismo continuarán por lo menos otros 25 años, a menos que se comiencen a dar los cambios no previstos en la actualidad. Desde el punto de vista económico, la pequeña elite gobernante sólo concibe realizar negocios a corto plazo que generen ganancias inmediatas. No hay inversiones en áreas productivas que promuevan la producción de nuevas riquezas derivadas del trabajo de los panameños. Los gobernantes, incluso, plantean que no es necesario trabajar – para producir alimentos, vestimentas, máquinas – si podemos comprar todo lo que queremos con los ingresos del Canal. La política económica irresponsable genera, a su vez, un sistema político de dependencia total o de ‘clientelismo’. Los grandes empresarios locales reciben generosos subsidios del gobierno, las capas medias se benefician con las ‘rentas’ de la posición geográfica y los sectores más pobres (el 80 por ciento de la población) reciben las migajas sobrantes: ‘100 para los 70’, ‘becas universales’ y otros programas poco eficaces.
Los ingresos que percibe Panamá por los tributos que genera la posición geográfica son sistemáticamente despilfarrados. No hay un programa para aprovechar las riquezas nacionales, comenzando con los recursos humanos. La antigua ‘Zona del Canal’, contigua a la vía interoceánica, se ha convertido en área de concesiones. La idea mas reciente se desprendió de una reunión de la “Junta Directiva Internacional” de la ACP  en Shanghai, China. Según la agencia de noticias Reuter, “la ACP abrirá oficialmente a fines de año una oferta para desarrollar unas 1,200 hectáreas de terreno alrededor de la vía acuática para convertirlas en un parque logístico, tras completar un periodo de cinco años de descontaminación de la zona”, afirmó el administrador, Jorge Quijano.
El mismo despacho destaca que la iniciativa “coincide con un momento en que China está instando a sus firmas a invertir en infraestructura en el exterior para mejorar los enlaces comerciales globales”. Obviamente, China tiene un ‘plan global’. Panamá tiene una elite saqueadora, pero le falta un ‘plan de desarrollo nacional’. ¿Qué país se beneficiará de esta iniciativa? Seguimos despilfarrando nuestro potencial y consolidando la corrupción y el clientelismo.

13 de abril de 2017.

Thursday, April 6, 2017

Varela visitará la Casa Blanca


La agenda de EEUU para Panamá ha sido consistente durante los últimos 25 años. Desde la invasión militar norteamericana en 1989, los gobiernos se han sucedido sin mayores alteraciones bajo la cuidadosa supervisión de EEUU. En este período, Washington ha privilegiado tres aspectos: El Canal de Panamá, el tratado de libre comercio y la ‘guerra’ contra las drogas. (Banco Mundial, FMI, BID) También ha dedicado esfuerzos para evitar la creciente presencia en el horizonte regional de las firmas forenses en el negocio del movimiento financiero nor-atlántico (off-shore).
En el último cuarto de siglo, EEUU le entregó la administración del Canal de Panamá al gobierno panameño. También observó como Panamá amplió la vía interoceánica con un nuevo juego de esclusas. Los ingresos anuales de Panamá en materia de transporte interoceánico se dispararon a más de US$2,500 millones. Las entradas directas al fisco superan desde 2015 los mil millones de dólares anuales. Los puertos en ambos lados del Canal se convirtieron en los más importantes en América latina en materia de movimiento de carga.
El tratado de libre comercio entre Panamá y EEUU significó la ruina del sector agrario así como también de la manufacturera nacional. La economía del país concentra el 90 por ciento de su actividad en el sector servicios. A su vez, EEUU ha militarizado el país con su política dual de ‘guerra’ contra las drogas y la supuesta protección de la frontera  colombiana contra ‘bandas irregulares’ armadas.
El gobierno del presidente Trump, si es coherente con su política exterior, puede alterar la relación entre ambos países, mantenida desde la invasión militar de 1989. Por un lado, la política en torno al Canal puede cambiar. Trump le está pidiendo a sus aliados alrededor del mundo que hagan contribuciones más significativas a los acuerdos mutuos (sobre todo militares). Panamá tiene ingresos que provienen de la administración de la vía acuática (construida por EEUU hace 100 años, mantenida por ese país durante el siglo XX y traspasada al gobierno panameño sin costo alguno).
Trump también ha manifestado su rechazo a los pactos de libre comercio. Puede denunciar el acuerdo con Panamá y regresar a un arreglo que ponga fin a los privilegios  del sector financiero que desplazó a los productores nacionales. En otras palabras, a los capitalistas agrarios e industriales. Con relación a la militarización del país, Panamá invierte alrededor de mil millones de dólares anuales en el renglón correspondiente al armamentismo. Trump puede considerar insuficiente esta suma y exigir un incremento del mismo para beneficiar la industria militar de EEUU.
Panamá ha descuidado el sector social para atender las exigencias norteamericanas en torno a los gastos militares. En la década de 1990 EEUU modernizó el sistema de comunicaciones y creó una Policía con oficiales provenientes de academias militares extranjeras. Una década después de la invasión, en 1998, Washington pretendió instalar una base militar nueva en lo que había sido la Zona del Canal (el ‘Centro Multilateral Antidrogas’). La iniciativa fue rechazada en un plebiscito nacional. En la primera década del siglo XXI el Comando Sur de EEUU creó dos batallones militares: el Servicio Nacional de Fronteras (SENAFRONT) y el Servicio Nacional Naval (SENAN). La última iniciativa fue este año con la creación del grupo Aguila, cuerpo militarizado que tiene su homólogo en casi todos los países de la región latinoamericana.
En una fecha próxima, el presidente Varela será recibido por Trump en la Casa Blanca. Es probable que los acuerdos y memoranda sobre la cuestión militar (seguridad), el Canal de Panamá y los acuerdos comerciales ocupen un lugar destacado en la agenda. Incluso, ya deben estar redactados esperando el encuentro.
En las conversaciones asimétricas entre Varela y Trump es necesario que el primero tenga presente las proyecciones geopolíticas de Kissinger – el teórico del equilibrio - que estarán rondando en la Oficina Ovalada de la Casa Blanca. También no debe olvidar la máxima de Brzezinski: EEUU no tiene amigos, sólo intereses. Por último, como lo señala Wallerstein, EEUU es la potencia hegemónica del siglo XX que se encuentra actualmente en decadencia. Cualquier negociación tiene que centrarse en esos parámetros sentados por los propios especialistas norteamericanos.
La historia panameña enseña que no es fácil negociar acuerdos de cualquier tipo con EEUU. Las futuras generaciones, sin embargo, tienen un antecedente histórico que sirve de escuela: Las negociaciones del Tratado del Canal que culminaron en 1977.
6 de abril de 2017