Cualquier
lector se pregunta, ¿qué tiene que ver una oficina administrativa en Washington
– sin jurisdicción en Panamá – con la publicación de dos diarios en un país tan
lejano? En realidad, nada. Sin embargo, el gobierno de EEUU se las ha ingeniado
para pasar por encima de la ley de su propio país y de los acuerdos
internacionales para perseguir y castigar a toda persona (incluyendo a las
jurídicas) sin juicio alguno. La famosa presunción de inocencia hasta probarse
lo contrario se echó por la ventana.
La decisión
tomada por EEUU en contra de los diarios panameños tiene sus antecedentes. El
objetivo declarado por Washington es desestabilizar a los países donde ellos
aplican estas reglas ‘administrativas’ (no tiene relación alguna con delitos o
el cumplimiento con la justicia). El primer país que fue objeto de estas reglas
creadas dentro del Departamento de Tesoro de EEUU fue Cuba. Le siguió Corea del
Norte e Irán. El propósito era aislar comercialmente a estos ‘enemigos’ de EEUU
de sus socios en el resto del mundo.
La decisión
política surtió excelentes resultados por una lado, pero no cumplió con los
objetivos finales perseguidos. En el caso de Cuba, el “bloqueo” obligó a la
economía de ese país a entrar en un estado de emergencia permanente. Incluso,
después de establecer relaciones diplomáticas con La Habana en 2016, EEUU sigue
aplicando las reglas del Departamento de Tesoro y no le permite a terceros
países tener relaciones comerciales normales con el país caribeño.
El bloqueo
de la isla, sin embargo, no logró que EEUU alcanzara su objetivo final: La
desestabilización de la economía y el derrocamiento del gobierno
revolucionario. Cuba sobrevive precisamente porque tiene un gobierno
revolucionario. Hace 50 años los cubanos defienden su soberanía y su dignidad.
Estos valores están por encima de los intereses económicos de unas pocas
personas, nacionales o extranjeros.
EEUU
consideró que esta política de desestabilización podía aplicarse con buenos
resultados en países que no son necesariamente sus enemigos declarados. No hay
que olvidarse que Washington se mantiene fiel a su consigna favorita: “EEUU no
tiene amigos, sólo tiene intereses”.
La Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC) de EEUU
puede incluir a cualquiera en la llamada Lista Clinton (Kingpin Act List).
En el caso de La Estrella de Panamá, cayó en la lista porque el dueño de
la empresa fue señalado como persona con una “presunta vinculación a una red de
blanqueo de capitales procedentes del narcotráfico”.
EEUU procede de manera selectiva en su forma de incluir a
personas o empresas en la Lista Clinton. Por un lado, toma en cuenta las
relaciones económicas y la posición política del país. Por el otro, enfoca su
interés en las operaciones de una empresa o grupo de empresas y su relación con
EEUU. Otras empresas que le son útiles a EEUU, como HSBC o Wells Fargo, se les
aplica una multa millonaria a sus ejecutivos y accionistas y siguen operando,
borrón y cuenta nueva. En el caso más reciente, del Grupo Odebrecht,
investigaciones del Departamento de Tesoro descubrió que la constructora
brasileña había repartido sobornos en 12 países por un total cercana a los 800
millones de dólares. A funcionarios públicos y empresarios panameños les tocó
59 millones. La empresa sigue trabajando en proyectos repartidos en todo el
mundo, incluyendo a EEUU.
Mientras que en Panamá y otros países, los gobiernos buscan
refugio ante la avalancha de corrupción, EEUU se deleita viendo la carrera
hacia el fondo del barril de los políticos criollos. El gobierno panameño no ha
podido defender a los ciudadanos del país en el extranjero. Tampoco ha podido
desarrollar una política que defina cual es su posición frente a la injerencia
extranjera.
El derecho que tienen todos los panameños a ser informados y
poder expresar libremente sus ideas está consagrado en la Constitución
Política. El gobierno panameño está en la obligación de exigirle a EEUU
explicaciones por este comportamiento que desconoce los acuerdos
internacionales. El pueblo panameño si exigirá rendición de cuentas a ambos.
5
de enero de 2017.
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