Justo Arosemena nos dejó tres interrogantes que deben ser
resueltas por los panameños en el siglo XXI. En primer lugar, la cuestión de la
nación. En segundo lugar, la cuestión social. ¿Somos un país productivo o un
país de tránsito? La tercera pregunta, la cuestión geo-política. ¿Puede América
Nuestra unirse para constituir un ente capaz de enfrentar los retos de un
sistema mundo capitalista en expansión?
Justo Arosemena (1817-1895) nació en una época de
turbulencia a escala mundial, especialmente, en la América hispana. Las
guerras de independencia (1808-1824) y la construcción de las nuevas repúblicas
absorbieron sus inquietudes intelectuales de joven. Sus propuestas liberales
(libre comercio, industrialización y descentralización) – a mediados del siglo
XIX - se enfrentaron a los intereses conservadores. Estos anhelaban, por lo
contrario, reconstruir las estructuras sociales y económicas remanentes de la
colonia.
En 1846 Arosemena analizó
el interés de Gran Bretaña, Francia y EEUU en la empresa de la ruta
interoceánica. Afirmó en esa temprana fecha que la nación del Norte era a la
que más le convenía una fácil comunicación por el Istmo. Su entusiasmo por la
reactivación de la actividad transitista del Istmo de Panamá, no lo hizo perder
de vista el peligro que significaba para el país la actitud prepotente de la
creciente presencia de EEUU en el istmo. El 17 de noviembre de 1850, manifestó
que “las producciones de la prensa extranjera en Panamá toman cada día un tono
y una dirección más alarmante... Llegan en sus groseros y desmedidos ataques al
punto de entristecer profundamente a todo ciudadano patriota, que tenga en algo
la dignidad de su país”.
A pesar del compromiso de Arosemena con “Colombia”, el
historiador panameño, Ricaurte Soler, llega a una conclusión temeraria: “Los
escritos de Arosemena constituyen la más lograda teorización, desde
perspectivas democrático liberales, sobre los fundamentos históricos,
geográficos y políticos que acreditan la existencia de la comunidad nacional
panameña”.
En efecto Soler ‘nacionaliza’ a Justo Arosemena. Lo
convierte en un nacionalista panameño, “padre de la nacionalidad”. Pero hasta
el día de hoy las clases dominantes no lo consideran un héroe. No pueden porque
en el siglo XIX Arosemena preveía la necesidad de definir una política clara y
precisa a favor del país en lo relativo a la explotación de la posición geográfica.
Ceder el Istmo a potencias extranjeras, según Arosemena, traería como
consecuencia la pérdida de toda posibilidad de desarrollo. Este pensamiento se
aplica a 1903 y aún en el siglo XXI. No podemos ceder la posición geográfica a
terceros para que lo desarrollen en beneficio propio. El país exige una
política que garantice el desarrollo nacional.
Arosemena también era consciente de que las ventajas de la
posición geográfica no podían reemplazar la producción agrícola y
manufacturera. No lo colocaba en una posición contraria a la consolidación de
la unión nueva granadina. Sí lo convertía en el primer pensador panameño que
identificaba las proyecciones del istmo de Panamá. En ese sentido, Soler recoge
muy bien la propuesta federal de Arosemena.
Queda abierta la pregunta si el pensamiento de Arosemena
conducía hacia la creación de una entidad republicana independiente de
Colombia, tal como lo afirma la historiografía liberal y las obras de Ricaurte
Soler. Una profundización en torno a esta cuestión nos obliga a examinar con
mucho más cuidado la historia del Istmo del siglo XIX. Las investigaciones de
Arosemena nos abrirían los horizontes necesarios para explorar esta cuestión.
Asimismo, dilucidar con mayor precisión las decisiones tomadas por liberales y
conservadores a principios del siglo XX que dieron a luz una nueva República.
Aún más importante, nos permite acercarnos a las respuestas
a las tres preguntas de Justo Arosemena.
En primer lugar, la cuestión de la nación. ¿Heredamos una nación en 1903 o construimos
una nación a lo largo de un tortuoso y largo siglo XX? En segundo lugar, la
cuestión social. ¿Somos un país productivo o un país de tránsito? Vivimos de
nuestra producción o de las rentas de la posición geográfica. No podemos ser
uno o el otro. Tenemos que ser productivos y saber administrar la faja angosta
de tierra que separa los océanos más grandes de la tierra. La tercera pregunta,
la cuestión geo-política. ¿Puede América Nuestra unirse para constituir un ente
capaz de enfrentar los retos de un mundo capitalista en expansión? Pruebas hay
al canto. Pero nosotros mismos saboteamos la visión de Justo Arosemena.
30 de agosto de 2017.
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