Thursday, August 31, 2017

El bicentenario del nacimiento de Justo Arosemena


Justo Arosemena nos dejó tres interrogantes que deben ser resueltas por los panameños en el siglo XXI. En primer lugar, la cuestión de la nación. En segundo lugar, la cuestión social. ¿Somos un país productivo o un país de tránsito? La tercera pregunta, la cuestión geo-política. ¿Puede América Nuestra unirse para constituir un ente capaz de enfrentar los retos de un sistema mundo capitalista en expansión?
Justo Arosemena (1817-1895) nació en una época de turbulencia a escala mundial,  especialmente, en la América hispana. Las guerras de independencia (1808-1824) y la construcción de las nuevas repúblicas absorbieron sus inquietudes intelectuales de joven. Sus propuestas liberales (libre comercio, industrialización y descentralización) – a mediados del siglo XIX - se enfrentaron a los intereses conservadores. Estos anhelaban, por lo contrario, reconstruir las estructuras sociales y económicas remanentes de la colonia.
En 1846 Arosemena analizó el interés de Gran Bretaña, Francia y EEUU en la empresa de la ruta interoceánica. Afirmó en esa temprana fecha que la nación del Norte era a la que más le convenía una fácil comunicación por el Istmo. Su entusiasmo por la reactivación de la actividad transitista del Istmo de Panamá, no lo hizo perder de vista el peligro que significaba para el país la actitud prepotente de la creciente presencia de EEUU en el istmo. El 17 de noviembre de 1850, manifestó que “las producciones de la prensa extranjera en Panamá toman cada día un tono y una dirección más alarmante... Llegan en sus groseros y desmedidos ataques al punto de entristecer profundamente a todo ciudadano patriota, que tenga en algo la dignidad de su país”.
A pesar del compromiso de Arosemena con “Colombia”, el historiador panameño, Ricaurte Soler, llega a una conclusión temeraria: “Los escritos de Arosemena constituyen la más lograda teorización, desde perspectivas democrático liberales, sobre los fundamentos históricos, geográficos y políticos que acreditan la existencia de la comunidad nacional panameña”.
En efecto Soler ‘nacionaliza’ a Justo Arosemena. Lo convierte en un nacionalista panameño, “padre de la nacionalidad”. Pero hasta el día de hoy las clases dominantes no lo consideran un héroe. No pueden porque en el siglo XIX Arosemena preveía la necesidad de definir una política clara y precisa a favor del país en lo relativo a la explotación de la posición geográfica. Ceder el Istmo a potencias extranjeras, según Arosemena, traería como consecuencia la pérdida de toda posibilidad de desarrollo. Este pensamiento se aplica a 1903 y aún en el siglo XXI. No podemos ceder la posición geográfica a terceros para que lo desarrollen en beneficio propio. El país exige una política que garantice el desarrollo nacional.
Arosemena también era consciente de que las ventajas de la posición geográfica no podían reemplazar la producción agrícola y manufacturera. No lo colocaba en una posición contraria a la consolidación de la unión nueva granadina. Sí lo convertía en el primer pensador panameño que identificaba las proyecciones del istmo de Panamá. En ese sentido, Soler recoge muy bien la propuesta federal de Arosemena.
Queda abierta la pregunta si el pensamiento de Arosemena conducía hacia la creación de una entidad republicana independiente de Colombia, tal como lo afirma la historiografía liberal y las obras de Ricaurte Soler. Una profundización en torno a esta cuestión nos obliga a examinar con mucho más cuidado la historia del Istmo del siglo XIX. Las investigaciones de Arosemena nos abrirían los horizontes necesarios para explorar esta cuestión. Asimismo, dilucidar con mayor precisión las decisiones tomadas por liberales y conservadores a principios del siglo XX que dieron a luz una nueva República.
Aún más importante, nos permite acercarnos a las respuestas a las tres preguntas de Justo Arosemena. En primer lugar, la cuestión de la nación. ¿Heredamos una nación en 1903 o construimos una nación a lo largo de un tortuoso y largo siglo XX? En segundo lugar, la cuestión social. ¿Somos un país productivo o un país de tránsito? Vivimos de nuestra producción o de las rentas de la posición geográfica. No podemos ser uno o el otro. Tenemos que ser productivos y saber administrar la faja angosta de tierra que separa los océanos más grandes de la tierra. La tercera pregunta, la cuestión geo-política. ¿Puede América Nuestra unirse para constituir un ente capaz de enfrentar los retos de un mundo capitalista en expansión? Pruebas hay al canto. Pero nosotros mismos saboteamos la visión de Justo Arosemena.

30 de agosto de 2017.

Thursday, August 24, 2017

Los estudiantes universitarios rechazan visita del vicepresidente Pence


La visita a Panamá del vicepresidente de EEUU, Mike Pence, dejó un saldo negativo y, más encima, desconcertó a los estamentos gubernamentales y empresariales del país. En primera instancia, las protestas populares contra el mensajero de Washington fueron reprimidas dejando dos estudiantes universitarios detenidos. En segundo lugar, el presidente Juan Carlos Varela se sintió obligado (sin razón) a realizar unas declaraciones ajenas a los intereses del país y en contra del resto de la región latinoamericana. Por último, Pence se percató que su gira fue un fracaso ante el frío recibimiento de sus propuestas bélicas contra Venezuela.
Siguiendo la nueva táctica impuesta por los asesores de seguridad de EEUU, la policía panameña sacó a relucir sus fuerzas especiales antimotines para sofocar una protesta estudiantil frente a la Universidad de Panamá. Mientras Pence hablaba en las nuevas esclusas del Canal de Panamá, los jóvenes gritaban consignas frente a la ‘casa de Octavio Méndez Pereira’. La Policía Nacional tiene sus órdenes, que no incluye el diálogo y privilegia el uso de la violencia desproporcionada. Cuando el vicerrector de Asuntos Estudiantiles, Germán Beitia, en la puerta del campus universitario esperaba explicarle a los oficiales el motivo de la protesta estudiantil, éste fue embestido y un estudiante – Gilberto Solís – fue arrastrado por los uniformados a un vehículo policial. En su defensa salió la estudiante (miembro del Consejo General Universitario), Rita Ramos, quien fue levantada literalmente y trasladada a la misma camioneta. No fueron golpeados ni arrestados más jóvenes porque estaban dentro de los predios universitarios.
Rita Ramos – también dirigente del grupo estudiantil Pensamiento y Acción Transformadora (PAT) - fue acusada de agredir a un agente de la Policía, quien según el parte oficial se le quebró una uña. La joven pasó dos noches detenida sin justificación alguna.
La dirigente de la Escuela de Economía, Ileana Corea consideró inadmisible que el gobierno de Varela, recibiera con “venias y aplausos” al representante de un gobierno “racista e intervencionista como el de Donald Trump”. El estudiante de Sociología, Mario de León,  señaló que la protesta colocó a la Universidad en “el epicentro de las batallas entre estudiantes patriotas y los toletes del represor estatal”.  Agregó que la “lucha de los estudiantes es tan solo con la palabra” que “es nuestra herramienta, aprendida en la aulas universitarias”. Se usa contra los “gases, perdigones y toletes”, señaló. El vicerrector Beitia dijo que los “estudiantes estaban manifestando pacíficamente” y que “fue la fuerza pública que cerró la vía, no los universitarios”.
Los estudiantes tenían buena razón para protestar. Mientras los jóvenes eran conducidos ilegalmente a diferentes estaciones de la Policía, Varela y Pence conversaban sobre los planes de ambos gobiernos para seguir desestabilizando al gobierno venezolano. Varela se asomó a la puerta del Palacio de las Garzas para decir, sin sonrojarse, que  “en los próximos días Panamá tomará medidas que respaldan el retorno al orden democrático a Venezuela”. Acababa de violar la ley y los derechos humanos de los panameños reprimiendo a los estudiantes y llevándose dos jóvenes detenidos.  Agregó que las medidas contra Venezuela lo haría “siempre en el marco del respeto a los derechos humanos de los migrantes”. No necesariamente de los panameños.
Además, le pidió al presidente venezolano, Nicolás Maduro, que respetara a los golpistas y aliados de EEUU. Pidió que el gobierno venezolano hiciera lo que la oposición no hace: Respetar la separación de poderes, los derechos humanos, las libertades y negociar una salida política a la situación actual, en el marco de la constitución vigente en Venezuela. EEUU y la oposición han intentado sacar a los presidentes bolivarianos mediante golpes militares y, más recientemente, por un golpe parlamentario. En ambos casos han fracasado.
Al salir de su reunión con Pence, Varela dijo que Panamá se sumaba al Consenso del grupo de 11 cancilleres en Lima, que se pronunciaron en contra del gobierno bolivariano de Venezuela. La prioridad de EEUU y los once cancilleres es derrocar al presidente Nicolás Maduro de Venezuela. Varela también hizo un llamado a fortalecer el diálogo político entre las naciones para mantener la paz en el continente americano. Los observadores señalaron que Varela podría estar dirigiendo su inquietud hacia el presidente norteamericano, Donald Trump, quien ha amenazado con aplicar una ’opción militar’ contra Venezuela.
Los estudiantes universitarios Rita Ramos y Gilberto Solís le dieron la respuesta del pueblo panameño tanto al presidente Varela como al vicepresidente Pence.

24 de agoto de 2017.

Thursday, August 17, 2017

Cuestiones militares en la agenda de Pence en Panamá

El vicepresidente de EEUU, Mike Spence, inicia hoy la última escala de una gira por 4 países de América latina en la capital panameña. El presidente Juan Carlos Varela es uno de los pocos mandatarios de la región que no rechazó las ‘alocadas’ declaraciones del inquilino de la Casa Blanca, Donald Trump, poniendo en sobre aviso a Venezuela de una “opción militar” por parte de EEUU.
Varela conoce muy bien la táctica norteamericana de ir aumentando la presión contra sus ‘enemigos’, a la vez que busca apoyo internacional, para legitimar su despliegue militar. Es la misma que Bush (padre) aplicó en 1989 para invadir a Panamá, causar miles de muertes y con el único propósito de aumentar su popularidad en las encuestas. No cabe duda que Trump tiene en mente algo parecido.
De los cuatro países que visita Pence, Colombia y Chile denunciaron las declaraciones belicistas de Trump. Argentina y Panamá mantuvieron silencio. EEUU ha retornado a la política del ‘gran garrote y zanahoria’. Le ofrece a los países de la región una zanahoria si se portan bien. En cambio, una conducta que no se alinea con su política exterior es castigada con el gran garrote. Hace poco, Washington convocó en Lima, Perú, una reunión de 11 cancilleres latinoamericanos y el ministro de Relaciones Exteriores de Canadá. El encuentro se realizó con el propósito de presentar un bloque político regional en contra del gobierno bolivariano de Venezuela. El objetivo no se alcanzó y, más bien, destacó la debilidad de los gobiernos derechistas de la región y su dependencia de EEUU.
El bloque ‘antichavista’  pretende legitimar la guerra contra Venezuela. Pero no tiene agenda ni objetivos que trasciendan el derrocamiento del gobierno bolivariano. Al igual que en el caso de Panamá, en 1989, el gobierno del presidente Maduro sería reemplazado por agentes de EEUU que reorganizarían las políticas para el beneficio exclusivo del Departamento de Estado y de las grandes empresas norteamericanas (especialmente petroleras).
También existe un bloque regional que se opone a la violencia contra Venezuela y a “las opciones militares” de Trump. Este grupo está formado por 23 países, una mayoría aplastante. Entre estos, 9 son latinoamericanos y 14 son del Caribe. Encabezan este bloque  por la paz, los países del ALBA y los países del CARICOM.
Los once gobiernos latinoamericanos ‘antichavistas’ son, por sus políticas y actuaciones, neoliberales. Es decir, favorecen los intereses de los grandes empresarios que promueven las privatizaciones y la flexibilización del trabajo (aplauden la informalidad y la desigualdad social). No tienen políticas sociales y rechazan la planificación como herramienta para gobernar. Todos los gobiernos que se reunieron en Lima están sometidos a la ‘asesoría’ del Banco Mundial, el BID y el FMI.
Entre los gobiernos ‘antichavistas’, hay tres que se proclaman social-demócratas (Costa rica, Chile y México), campeones de las políticas neoliberales. Hay cuatro gobiernos que pertenecen a la Internacional Conservadora (Argentina, Colombia, Panamá y Perú). Hay otros tres gobiernos que son producto de golpes que desplazaron a dirigentes que no tenían políticas neoliberales (Brasil, Honduras y Paraguay). Por último, un gobierno neoliberal, con un discurso ideológico difuso (para la risa): Guatemala.
El conjunto de estos gobiernos ‘antichavistas’ no es homogéneo. Su unidad está determinada por EEUU y su política de la ‘zanahoria y el gran garrote’. Todos están carcomidos por la corrupción y la creciente militarización. Panamá no se queda atrás. Políticamente, el gobierno panameño ha estado envuelto en toda clase de escándalos que son pasados por alto en Washington. (El caso del expresidente Martinelli detenido en Miami es otro problema político sin resolver). Más importante en la agenda de los ´halcones’ de la capital norteamericana son las 11 bases aeronavales construidos en los últimos 15 años sobre los dos océanos que bañan las costas panameñas.
En principio eran para controlar los supuestos movimientos de las FARC en Colombia y ahora se prestan para cualquier maniobra militar de EEUU contra Venezuela. Washington incuso ‘flotó’ la versión noticiosa que la capital panameña podría ser sede de un gobierno en el exilio de los ‘guarimberos’ venezolanos. En 1987, Washington convirtió la embajada de Panamá en esa capital como sede del gobierno en el exilio en su guerra contra los militares que comandaba el general Noriega.
La agenda de Pence durante el día de hoy estará muy cargada de asuntos militares y geopolíticos. No habrá espacio para otros temas.

17 de agosto de 2017.

Thursday, August 10, 2017

El distrito Norte


El nuevo Distrito Norte que aprobó la Asamblea Nacional de Diputados, y que espera la sanción del Ejecutivo, tiene más de mil kilómetros cuadrados y una población que supera los 200 mil habitantes. Aún más importante, contiene dentro de lo que serían sus fronteras las fuentes de agua que alimentan a la ciudad de Panamá (un millón de habitantes) y al Canal de Panamá (principal exportador de servicios del país: B/2,500 millones). Además, el distrito Norte se ha convertido en los últimos 40 años en ‘ciudad dormitorio’ para trabajadores que viajan todos los días a la ciudad de Panamá. El 90 por ciento de los trabajadores son migrantes de otras regiones del país que vienen en busca de nuevas oportunidades para ellos y sus familias. Todos estos antecedentes – agua potable para la ciudad capital, agua para el Canal, espacio para los trabajadores que llegan en busca de nueva oportunidades – constituyen problemas que no son contemplados por la ley que pretende crear el Distrito Norte.
Más aún, hay una fuerte presión por parte de inversionistas urbanistas en construir nuevas barriadas de lujo en el área. En la actualidad, hay regulaciones muy estrictas sobre este tipo de construcciones por los efectos negativos que tendrían sobre la cuenca del río Chagres (que provee de agua potable a la ciudad y del líquido precioso al Canal de Panamá). Por lo menos uno de los diputados que presentó la ley para crear el Distrito Norte a la Asamblea es promotor de estas nuevas urbanizaciones.
La propuesta de los legisladores de la Republica es incompleta y desordenada. (No tiene una justificación y tampoco presenta una consulta realizada en las comunidades). Es importante participar en el debate en torno a la pertinencia de crear un nuevo distrito en el norte del actual distrito de Panamá.
Hay que contestar algunas preguntas sencillas. ¿Cómo beneficiará el nuevo distrito al país? ¿Qué beneficios recibimos todos los panameños? Además, ¿cómo se beneficiará el nuevo distrito Norte? ¿Cómo se beneficiarán sus habitantes y otros residentes del nuevo distrito? Los beneficios para el país se pueden medir tanto por los aportes que haga el nuevo distrito a la economía, así como a la cultura. Asimismo, por el ordenamiento territorial y las conexiones que pueda establecer con los demás distritos de la Republica (77 en total). No existe un plan en la ley, tampoco una estrategia, ni propuesta alguna para determinar como beneficiará el nuevo distrito al país. Tampoco existe una idea de cómo el distrito Norte podría beneficiar a todos los panameños. La Asamblea Nacional (de Diputados) al debatir una ley tiene que recordar que legisla para todos los panameños.
También hay que ver como se beneficia el área norte del Distrito de Panamá con este cambio político-administrativo. Según los proponentes, el nuevo Municipio 'Norte' tendría acceso directo a todos los impuestos locales, sin necesidad de pedirle al Municipio de Panamá un centavo. En la actualidad, el Municipio de Panamá le transfiere a los 4 corregimientos del Norte más fondos de los que generan esas divisiones administrativas. No es casual que el alcalde del Distrito de Panamá se siente algo contento con la idea de deshacerse de esa carga financiera que representaría el posible futuro distrito Norte.
La población no se siente parte de la propuesta de los diputados que quieren crear el distrito Norte. Opinan que hay más corrupción envuelto en la ley que ya aprobó la Asamblea, pero que el Presidente todavía no sanciona. La propuesta no habla de centros de salud, escuelas o de seguridad en las comunidades. Todo indica que tiene otras prioridades.
Hay indicios que el proyecto del nuevo distrito fue concebido en las oficinas de abogados que trabajan con inversionistas que quieren construir barrios de lujo en esos corregimientos. La iniciativa puede beneficiar a unos pocos pero no a la población que supera los 200 mil habitantes y crece a una tasa muy alta.
¿Necesitamos más distritos en la región metropolitana? No tengo los elementos necesarios para opinar con autoridad. En todo caso, requieren estudios más serios. El área ‘Norte’ tiene 1,028 kilómetros cuadrados. Comparado con San Miguelito (50 km2) o la ciudad de Panamá (150 km2) es un territorio monstruoso. Sin planificación y sólo para negociar la construcción de barriadas exclusivas, no se justifica la creación de un Distrito Norte. Hay que regresar a las comunidades y coordinar con su gente para saber qué quieren.

10 de agosto de 2017.

Thursday, August 3, 2017

El pueblo chavista en los cerros tiene la última palabra


Los 8 millones de venezolanos que salieron a depositar su voto a favor de los candidatos a la Asamblea constituyente representan un traspié contundente a las pretensiones golpistas de los opositores (“guarimba”). Durante varios meses la oposición de extrema derecha ha organizado manifestaciones diarias contra las instituciones gubernamentales venezolanas. El gobierno de Nicolás Maduro contiene las protestas sin liquidarlas.
El costo en vidas ha sido muy alto. A diferencia de otras manifestaciones populares, las protestas de la derecha incluye el uso de la violencia y tácticas que suelen tener resultados fatales. En tres meses han muerto más de 100 personas, en su mayoría por ser sospechosas de militar en las filas del chavismo. Cada día es más evidente que la mano ‘peluda’ detrás de las manifestaciones y el financiamiento de los opositores tiene un origen extranjero.
Los analistas norteamericanos que alimentan la estrategia que desarrolla Washington en contra del pueblo venezolano tienen una visión muy corto ´placista´. Actúan de manera similar a sus antecesores en los casos de Cuba y Chile, ente otros. Entre 1959 y 1961, los estrategas norteamericanos jugaron la carta económica contra Fidel y los revolucionarios: El hambre. Decidieron bloquear la isla con la pretensión de hacer pasar hambre a la población. Pensaron que el pueblo se sentiría frustrado y se volcaría en contra de la Revolución. La táctica fracasó y EEUU decidió organizar unas mal llamadas ‘brigadas’ para invadir militarmente la isla. La movilización de todo el pueblo cubano contra los invasores hizo fracasar la aventura norteamericana y, al mismo tiempo, consolidó la Revolución cubana.
En el caso de Chile, EEUU decidió que tenía que poner fin a la experiencia socialista de ese país andino. Allende había ganado las elecciones en 1970 y anunció que tomaría las medidas para poner fin a la pobreza y la desigualdad social. Este plan fue rechazado por Washington y la vieja oligarquía chilena que unieron fuerzas para acabar con el gobierno de la Unidad Popular. Calcaron la táctica utilizada en Cuba diez años antes, generando caos en la economía y creando escasez. El pueblo no se rindió y los enemigos de Chile optaron por conspirar con los militares que dieron el golpe de Estado más cruel del siglo XX.
EEUU sigue el mismo ‘texto’ en el caso de Venezuela en 2017. Según los estrategas norteamericanos, primero hay que ablandar la resistencia del pueblo venezolano, hacerlo pasar hambre, incertidumbre y temor. Al mismo tiempo, hay que ‘satanizar’ a sus líderes, crear un ambiente – incluso internacional – en que el presidente, los ministros, los militares y todos los que están asociados con el gobierno sean presentados como asesinos, traficantes y prófugos.
Para completar el círculo y alcanzar sus objetivos, EEUU y los enemigos internos de Venezuela tienen que mover dos fichas adicionales. Son difíciles pero en sus planes lo consideran viables. En primer lugar, dividir las fuerzas armadas bolivarianas y crear las condiciones para un golpe de Estado encabezado por los militares. En segundo lugar, movilizar a la gran mayoría de la población venezolana para que ‘baje de los cerros’ y aplaste al gobierno.
La movilización de votantes para la elección de los constituyentes de la Asamblea el domingo pasado parece que cerró ambas vías ideadas por Washington. El pueblo está con el gobierno y rechaza a la oposición, compuesta – en gran parte - por los sectores económicamente acomodados de las ciudades venezolanas. Hay que agregar que los gobiernos  chavistas (1998 – 2017) no le han quitado privilegio alguno a estos sectores acomodados. Estos luchan – con o sin razón – por el peligro que perciben: Que baje el pueblo de los cerros y les expropien todos sus bienes. Es un temor que comparten todas las clases acomodadas de América latina y del mundo entero.
Vivimos en sociedades de desigualdad extrema. El temor entre los sectores sociales acomodados es comprensible. Quizás no es real, pero existe en el imaginario, en lo profundo de la subconsciencia. Hay una dualidad en la mentalidad de dominación. El ‘caracazo’ de 1989 que sacudió las estructuras sociales venezolanas fue un estallido popular. La marea subió y bajó en cuestión de días. Pero la clase dominante peridó la hegemonía. (A pesar de seguir siendo dominante). Han pasado más de 25 años, la elección de una constituyente marcará un hito nuevo en la historia venezolana. El pueblo chavista - organizado en los cerros -tiene la última palabra. La lucha continúa.
3 de agosto de 2017